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Actualizado: 15 de julio de 2025
El domingo por la tarde pidió que se le administrasen los últimos sacramentos, y quiso ver á su hija Feliciana para bendecirla; después convocó á sus amigos para despedirse de ellos, exhortándolos á la práctica «de la piedad, de la devoción y del amor divino.» La verdadera fama era ser bueno, y que «él trocara cuantos aplausos había tenido por haber hecho un acto de virtud más en esta vida.» Volvióse hacia una imagen de la Virgen de Atocha, y recitó una fervorosa oración hasta que cayó sin fuerzas, aun cuando luego pasó una noche inquieta, al cuidado de su médico de cabecera.
En fin, concluyó por resolver que él era un bárbaro incapaz de sacramentos ni de entender los misterios adorables que puede encerrar un corazón consagrado a Dios, y María una santa que le había sufrido con demasiada paciencia.
El pecado original y sus resultas, la reparacion del género humano por Jesu-Christo, la vida eterna con premio de los buenos y castigo de los malos, junto con los mysterios, institucion de Sacramentos, y otros dogmas conexôs con estos, son las verdades fundamentales de la Religion Christiana.
Para que se repare, cuan hipócritamente sabe solaparse el judaismo en tales hombres, siendo ellos los que más frecuentaban las Fiestas, Sermones y aun Sacramentos, sin dar lugar a la piedad inocente de los fieles a formar juicio de su malicia, tan rebozada con capa de aparente virtud.
El pincel de Celestino entraba y salía por los lienzos de Currita con tanta frecuencia y libertad, que al terminar esta sus cuadros podía repetir, con harta razón, lo que dijo el monaguillo de marras: «Yo y el cura le dimos los Sacramentos».
Disponíase a tranquilizar a la moribunda deslizando un juramento en su oído cuando se oyó una campanilla que le hizo estremecerse y quedar como clavado en su sitio. Era el sacerdote que volvía en compañía del sacristán de San Felipe de Roule y de dos monaguillos para administrar a Magdalena los últimos sacramentos. Todos callaron al sonar la campanilla y se postraron de hinojos.
El buen indio lo oyó con gusto, y con lágrimas de tierno afecto, los perdonó y ofreció á Dios su vida por la salvación de aquéllos que le habían tan gravemente ofendido, y así le administró los Sacramentos y esperaba por instantes su feliz tránsito á mejor vida.
El P. Superior Francisco Hervás llegó á los dichos pueblos tan postrado de fuerzas por el cansancio y por sus continuos achaques, que habiendo de quedar allí en un sumo desamparo, se vió precisado á volverse; y habiendo llegado quince leguas de San Juan, le fué á confesar el P. Juan Bautista de Xandra, aplicóle algún remedio, con que se alentó el P. Hervás y pudo llegar en hombros de indios á San Juan, donde se le administraron los demás Sacramentos y aplicaron algunos otros remedios, pero sin efecto, por hallarse muy debilitado y con ardientes fiebres, y al fin murió dos días después, á 24 de Agosto de 1723, teniendo 61 años de edad, 44 de Compañía y 27 de profesión de cuatro votos.
Sería pasada una hora, o quizás hora y media, cuando oyó Lucía herir con los nudillos a la puerta de su cuarto, y abriendo, se halló cara a cara con su compañero y protector, que en los blancos puños y en no sé qué leves modificaciones del traje, daba testimonio de haber ejercido ese detenido aseo, que es uno de los sacramentos de nuestro siglo.
Todos dan fe de que, de tiempo atrás, Pérez hacía en París vida no sólo católica, sino ejemplar, frecuentando los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía en su parroquia de San Pablo y en las iglesias de los Celestinos y de Santo Domingo.
Palabra del Dia
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