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Ya el fiel Cacambo había concertado con el capitan turco que habia de llevar á Constantinopla al sultan Acmet, que tomara á bordo á Candido y á Martin; y ámbos se embarcáron, habiéndose postrado primero ante su miserable Alteza. Candido en el camino decia á Martin: ¡Con que hemos cenado con seis reyes destronados, y de los seis á uno he tenido que darle tina limosna!

Esto era lo que esperaba la taimada condesa; con su sonrisa de colegiala, apretaba a unos la mano en silencio, repetía a otros la relación del atropello, y elevaba los ojos al cielo con aire de víctima resignada que se inmola, abrazada a sus hijos, en aras de la proscrita dinastía. ¿Qué sería de ellos? ¡Pobres hijos suyos!... ¡Y Fernandito, tan afectado, tan nervioso, postrado en cama e inspirando su salud serios cuidados!

Los ojos del infeliz parecía que se saltaban, sus deshechos pulmones agitábanse trabajosamente como fuelles rotos que no pueden expeler ni aspirar el aire; crispaba los dedos, quedando al fin postrado y como sin vida. Isidora le enjugó el sudor de la frente, puso en orden la ropa que por ambos lados del angosto lecho se caía, y le dió á beber un calmante.

No perdió momento Pérez, como Villeroy refiere, en el ensayo de reconquistar el terreno perdido en Francia; por intermisión del Condestable y embajada de Manuel Don Lope quiso justificar el viaje por aventura arriesgada de necesidad, de la que volvía postrado con gran calentura.

4 Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca del SE

Diógenes, cada vez más postrado, lloraba en silencio; el viejo, buscando a tientas la mano del enfermo, añadió apretándosela con todas sus escasas fuerzas: Porque querrás que yo lo vea... ¿No es verdad, Perico?... Querrás confesarte... ¡, padre..., quiero! ¡Con usted... Ahora mismo! exclamó Diógenes tendiendo los brazos hacia él, como un niño que llama a su madre.

Todas estas perfecciones no han logrado, sin embargo, producir una fisonomía dulce y apacible. La expresión de aquel rostro admirable es dura y siniestra. Su frente está siempre ligeramente fruncida. Los ojos no despiden más que miradas altaneras, como si tuviese al mundo entero postrado á sus pies.

Se diría que hasta para hablar, hasta para pronunciar algunas palabras, le faltaban ya bríos. Fray Miguel estaba postrado en cama y callado como muerto. Sólo acudían a visitarle en su celda el Padre Ambrosio, cuya reputación de excelente médico era grandísima e indiscutible, y el hermano Tiburcio que, ayudante del Padre, cuidaba de Fray Miguel, y le suministraba alimentos y medicinas.

Reunidos están en el claustro mayor, reverendo padre, contestó el lego, que se hallaba en actitud humilde, cruzadas las manos sobre el pecho y fija en el suelo la vista. ¿Todos? Treinta y dos profesos y quince novicios. Fray Marcos, postrado por la fiebre, es el único que falta. Dice que.... No hace al caso lo que él diga. Enfermo ó no, importaba ante todo acatar mi mandato.

Blanca era la que había encendido el gas; al hacerlo, dio vuelta y vio a su marido postrado en tierra y a su hija quemada viva en la cuna: retrocedió y dio un grito terrible: el pobre viejo se levantaba al mismo tiempo, y en la puerta que daba al vestíbulo exterior por donde Blanca había penetrado, sorprendía con la vista un hombre joven que había entrado con ella: fue lo primero que vio, quiso lanzarse sobre él, pero el grito de horror de Blanca lo detuvo, y entonces volvió los ojos sobre la cuna de su hija.