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Actualizado: 22 de septiembre de 2024
Llevaba impreso sobre su hermosa frente ese signo de melancolía que demuestra que una mujer no es dichosa. Es un atractivo que pocos hombres resisten. Los más atrevidos temen ofrecerse a la que parece no carecer de nada, pero la tristeza enardece a los tímidos. No faltaban, ciertamente, médicos a aquella alma afligida.
Tratamos de averiguar la causa, y después de mil ruegos, hasta del señor Obispo que le quería mucho, pudimos arrancarle estas palabras: «Señores, tenemos comediantes en la ciudad»; palabras que hicieron en la tertulia una impresión desagradabilísima, porque faltaban diez y siete días para la cuaresma, y el pueblo, con la guerra y con las ideas locas que se iban apoderando de la gente, más que comedias necesitaba sermones.
Me parece que no podrá ser... Además, yo me las acompañaba con guitarra... ¿No hay en casa alguna guitarra? se apresuró a preguntar el pollo, levantándose de su silla. A la guitarra que trajo Marta le faltaban dos o tres cuerdas y fue menester echárselas, en cuya operación se invirtió algún tiempo. Después se tardó también un poco en templarla.
Las fuerzas me faltaban; entonces vi caer la mano del clérigo sobre la pareja que recibía su bendición y caí desmayado. Todo había concluido para mí!... ¡Valentina no me pertenecía ya... la había perdido!
Faltando como faltaban las pruebas materiales, no era posible formarse una opinión sino sobre meras inducciones, y entre la afirmación de Vérod, de que la Condesa no había podido darse la muerte cuando la luz de un nuevo afecto iluminaba su tenebrosa vida, y la sospecha contraria, de que la misma imposibilidad de obedecer a este sentimiento la hubiese revelado la incurable desdicha de su propia existencia ¿cuál de las dos merecía más crédito?
Como esas casas no son más que vanidad y vanidad, por no confesar que le faltaban los cuartos y no pedirlos a una persona de conocida honradez, pongo por ejemplo, un servidor, va y los recibe de un pillastre, de una sanguijuela que le está chupando cuanto posee. Buenas cosas van a decir de nosotros los badulaques de la Junta de Orense.
Para llegar al Rio Colorado, que dicen ser grande y con mucha abundancia de sauces altos y gruesos, no faltaban, segun lo que pude averiguar, sino cosa de 30 leguas. Este trecho debe ser de las mismas calidades que el de 70 leguas andado.
En casa de Visita faltaban los moldes de cierto flan invención de la difunta doña Águeda Ozores; además, el horno de la cocina no tenía tanto hueco como el de la cocina de la Marquesa; en fin, no le adornaban otras condiciones técnicas, que no entendían ellos.
Si me faltaban las florestas vírgenes de mi patria y los mil rumores de sus cataratas, sus torrentes, sus pájaros y sus insectos zumbadores, al menos veía fisonomías hermanas, reproduciendo muchas de mi tierra natal; oia hablar en la opulenta lengua que me enseñó mi madre á balbucear; contemplaba con recogimiento las numerosas estatuas de los reyes españoles, bajo los olmos corpulentos, no porque fuesen de reyes, sino precisamente porque ellas me parecian escombros artísticos de épocas que la libertad y el progreso han trasformado profundamente, y me hacian evocar la historia de esa heróica raza ibérica que llevó su sangre al suelo colombiano para fundar pueblos que la revolucion debia regenerar y que la democracia habrá de engrandecer.
Hasta entonces me había inclinado a creer que el Duque gustaba de dejar a sus amigos los peligros de la empresa; pero desde aquel momento comprendí que se reservaba la dirección de la misma y que no le faltaban ni audacia ni astucia. ¿Conoce el Rey esos detalles? pregunté. Mi hermano y yo contestó Juan, colocamos el tubo, dirigidos por el señor de Henzar, pues estaba de guardia aquel día.
Palabra del Dia
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