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No sentía aversión ni apego a ninguna carrera literaria o científica: todos sus cinco sentidos los tenía puestos en el terruño natal. Esto no se lo decía a nadie; pero lo sentía, y muy hondo. Por este lado hasta se había alegrado de la elección de carrera hecha por su padre, porque la de médico era quizás la única compatible con sus aspiraciones y tendencias.

Me había figurado cómo es, con sólo verle a usted. Es un paisaje melancólico, tranquilo, de suave calor. La vida tiene que ser en ese medio apacible y reflexiva. Ahora me explico mucho mejor ciertas particularidades de su carácter, porque corresponde a los rasgos característicos de su país natal.

Y mal puede ser tampoco pueblo vagabundo y nómada como se suele afirmar, el que es cultivador inteligente de productos ricos y apreciados, y manifiesta gran respeto á la autoridad y acendrado sentimiento religioso, agrupándose en apretado haz para perder la vida antes de ceder un palmo del país natal.

Un náufrago gigante que había pasado algún tiempo entre nosotros tuvo ocasión de volver á su tierra natal valiéndose de un bote en armonía con su talla que la marea arrastró hasta nuestras costas. Al emprender su viaje de regreso no iba solo.

Nunca le alabaron en Villaverde por liberal y desprendido, elogio que fácilmente se consigue en mi querida ciudad natal, donde la generosidad y el desprendimiento no son virtudes muy al uso, antes solían tacharle de egoísta y codicioso. Pero muy bien, y muchos no lo ignoran, que no era duro de corazón, ni muy cerrado de bolsillo.

Adiós al suelo natal. La ciudad de Honda. La gran vegetacion. El puerto de «Conejo». Una escena nocturna. El vapor «Bogota». Nare y «San-Pablo». Hay verdades que se hacen adagios porque todo el mundo percibe su impresion, y una de ellas es, que el mérito de lo que se ama no se comprende sino al carecer del objeto querido.

De día, pensaba siempre en su pasado, pero con memoria tan extraviada, que creía repasar la historia de otro. Recordaba su regreso al pueblecillo natal, después de su primera campaña carcelaria por ciertas lesiones; su renombre en todo el distrito, la concurrencia de la taberna de la plaza admirándole con entusiasmo: ¡Qué bruto es Rafael!

Vamos á conquistarle noble tumba En la tierra natal purificada, Para que aquel que en esta lid sucumba Pueda dormir en tierra libertada, Y no sean sus huesos quebrantados Por tiranos ni siervos pisoteados.

Eran señores de la costa que, retirados de la navegación, confiaban sus buques á capitanes que habían sido sus pilotos; burgueses que no abandonaban la corbata y la gorra de seda, símbolos de su alta posición en el pueblo natal. El lugar de tertulia de los ricos era el Ateneo, sociedad que, á pesar de su título, no ofrecía otras lecturas que dos periódicos en catalán.

Marchaba Flora encarnada y brillante como una rosa de Alejandría, marchaba Demetria blanca y esbelta como una azucena de Mayo. Cierro los ojos, miro hacia adentro y aún os veo cruzar por delante de mi casa llenas de atractivos como dos estrellas descendidas de la región azul del firmamento para iluminar mi valle natal.