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Tardó en comprenderlo el guapo; pero recordando al fin, salió del atolladero lo mejor que pudo, aunque sin entregarse. Así se hallaban las cosas cuando un suceso inesperado y terrible vino á cambiar su faz por completo. Pontes, viendo cruzar desde la casilla un hombre que le pareció sospechoso aunque no llevase carga alguna, le ordenó detenerse.

Pero el resto de la guardia está en el primer piso, precisamente sobre la prisión del Rey, y allí puede oírse todo grito o señal dados desde abajo. ¿Sobre la prisión del Rey? No sabía yo eso. ¿Existe alguna comunicación directa entre el calabozo y la sala de guardia? No, señor. Hay que bajar algunos escalones, cruzar el puente levadizo y desde allí bajar al encierro del Rey.

Don Félix no admitió este arreglo, quedó disuelto el acto, y a instancia suya fue expedido por el juzgado de primera instancia de Lada despacho de ejecución contra el molinero, por valor de los catorce mil reales. Detrás de ellos, algunos curiosos que les habían visto cruzar por el pueblo, los cuales se mantuvieron un trecho separados de la casa esperando ver en lo que paraba aquello.

Miro cruzar por el aire Mil fantasmas vagarosas, Cual las sombras vaporosas Que en sueños vemos pasar, Y por la mente, alumbrada Con el reflejo del alma, Las miro en plácida calma Lijeras atravesar.

Por ejemplo, si estuviéramos en Francia diría yo ahora á Gualtero que se dirigiese al galope hacia aquel caballero que allí viene y que después de saludarlo en mi nombre lo invitase á cruzar conmigo la espada. Pues no se llevaría mal susto el infeliz, exclamó Gualtero, que miraba atentamente al desconocido.

Te vi cruzar por el pasillo con una cara tan extraña, que no pude menos de seguirte... No lo que dice ese periódico que has dado a Ventura, pero debe ser algo muy feo y repugnante... ¡La injuria mayor que se puede hacer a un hombre! profirió Gonzalo con la garganta apretada. ¡Qué infames! ¡Insultarte a ti que jamás les has hecho daño alguno! Tienes razón, la culpa es de Ventura.

¿Y cómo sabes que te ha estado echando flores? le preguntó su madre, clavándola una mirada terrible. Julia se puso encarnada hasta las orejas. Lo he oído por casualidad al cruzar por el pasillo... ¿Casualidad, eh? dijo la brigadiera con sonrisa sarcástica. Pierde cuidado, que ya me encargaré yo de que no se repitan esas casualidades.

Cristeta viene por lo alto de la calle, vestida como él la soñó. Sus enguantadas manos oprimen un grueso devocionario, sujeto con un elástico rojo, y bajo el tul del velo brillan sus rizos de oro. A cada instante vuelve la cabeza hacia atrás. Entonces, don Juan sonríe con orgullo y se dirige lentamente a la puerta. Al cruzar el despacho, lo inspecciona todo por última vez. Nada falta.

Después de cruzar salas y pasadizos llegó al salón claro, como se llamaba en Palacio el que destinaba el Obispo a sus visitas particulares. Era un rectángulo de treinta pies de largo por veinte de ancho, de techo muy alto cargado de artesones platerescos de nogal obscuro.

Además, los portales estaban llenos de canalla, vagos de profesión, aventureros de la calle, gente sin hogar y sin paraguas. ¡Quién va a exponerse a que le roben el reloj o le secuestren! Esto lo pensaba al cruzar por la calle del Carmen. Pues bien, al cruzar por delante de la de la Montera, ya pensaba otra cosa.