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Un turco muy grueso, secretario de la embajada de su país, era conocido entre ellas por el mote de Tranquilo; un consejero de Estado se llamaba Melancólico; un secretario general del ministerio de *, muy vivo y bullidor, era conocido por M. Turlu, y por eso Elisita Champagne, conocida también por Champagne II, recibió el nombre de Turlurette cuando salió de los corifeos para elevarse al rango de sujeto.

El conde, hombre de unos cuarenta años, alto, grueso, derecho, rubio, hablaba en un castellano grotesco. Lo verdaderamente gracioso de Haussonville era su apetito voraz. Todo lo que le daban de comer no le servía más que de aperitivo.

A las once, otra visita, Don Antonio Cuadros y su mujer, con la ropa de las grandes solemnidades. Teresa, con vestido negro de seda, grueso y crujiente, sólido aderezo con más oro que piedras, mantilla de blonda y los dedos cargados, como siempre, de sortijería barata.

Era un señor grueso, bondadoso, de trato campechano: un burgués de Buenos Aires venido á menos que había pedido un empleo para poder vivir, resignándose á aceptarlo en la Patagonia. Llevaba traje de ciudad, pero con el aditamento de botas altas y gran sombrero, creyendo haber conseguido con esto el aspecto que exigía su cargo.

Pero con esta estratagema, en vez de avanzar retroceden y acaban por desaparecer de escena. Las mujeres sueltan la carcajada. Creo, Escipión, que hay un defecto en tu plan. Queriendo avanzar, hemos retrocedido, que diría Sócrates. EL GRUESO ROMANO. ¡Yo no comprendo! PABLO EMILIO. Señores romanos, ¡seamos valerosos! ¿A qué nos exponemos? ¿A uno o dos arañazos?

17 Y asentó las columnas delante del templo, la una a la mano derecha, y la otra a la izquierda; y a la de la mano derecha llamó Jaquín, y a la de la izquierda, Boaz. 5 Y tenía de grueso un palmo, y el borde era de la hechura del borde de un cáliz, o flor de lis. Y hacía tres mil batos.

Pero ellas están espiando por el ojo de la llave... ¡Largo de ahí, escuerzos!... ¿Siente usted como escapan? ¡Je, je!... ¡estas mujeres!... ¿Cómo enojarse, señores? No fui capaz de eso. ¿Tengo el cuero demasiado grueso? En fin, no pude hacerlo. ¿Qué figura tenía el hombre?... No me pasaba una línea de la cintura.

Por la noche, algunas fuerzas de infantería y dos piezas pasaron por junto a la barca, mientras el grueso del ejército con la caballería nos disponíamos a hacerlo media legua más arriba. Antes de amanecer sentimos algunos tiros del otro lado, y diósenos orden de hacer el menor ruido posible y de no encender lumbre.

Se presenta igualmente susceptibilidad al frio, movimientos congestivos en la cabeza, en el pulmon, en el corazon, útero, intestino grueso; opresion y punzadas en el pecho, disnea asmática, palpitaciones de corazon, sensacion de ardor, latidos en las vísceras abdominales; la sangre parece hervir en los vasos; la sensacion de ardor quemante es seguida de muchas punzadas, dolores y congestiones.

Gallardo, que volvía a ocultarse rápidamente tras las vallas, examinaba el aspecto y carácter de las fieras, sin llegar a decidir cuáles eran las dos que debía escoger. El mayoral de la plaza estaba junto a él: un hombrón atlético, con polainas y espuelas, vestido de grueso paño y con sombrero de campo sostenido por un barboquejo.