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13 Mas el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de hacer la pascua, la tal persona será cortada de [entre] su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo [determinado] la ofrenda del SE

Luego más tarde entra la confianza y con ella el desaliño; pero lo que es la entrada primera en el comedor de un barco es irreprochable. Ellas se rodean de todos los pequeños detalles de la coquetería, estrenando, por supuesto, el indispensable traje de viaje.

De Pandan, y tras un larguísimo viaje, regresamos al puerto de llegada, ó sea Calolbon, en donde nos embarcamos para Legaspi, cansados de cuerpo y abatidos de espíritu al ver el atraso en que se encuentra la isla de Catanduanes. La falta de una cifra en sus estadísticas nos reconciliaba hasta cierto punto con el estacionamiento de aquellos pueblos.

Antes de entrar en la materia de este capítulo, debemos dar algunas noticias á nuestros lectores á la manera de sueltos de periódico: Don Juan Téllez Girón fué preso aquel mismo día, en el aposento de su esposa doña Clara de Soldevilla, como acusado del estado en que se encontraba don Rodrigo Calderón, y en el momento en que preparaba un viaje, circunstancia agravante que el alcalde encargado de su prisión hizo constase en la diligencia del escribano que le acompañaba.

Sólo faltaba ya quien le sirviese de guía en su viaje, porque sin ella era imposible entrar y penetrar las tierras de los Chiquitos; y me persuado que el no hallar por entonces algún práctico en los caminos, fué astucia y traza del demonio, que preveía la ruina que había de causar á su partido el celoso Misionero.

Una que otra vez salía a caballo. Había hablado a su suegro de hacer un viaje por Italia, país que aun no conocía. La fuerza que hacía subir la savia de nuevo a su ser marchito, era un pensamiento dulce, tan dulce como vergonzoso, que ocultaba con cuidado a todo el mundo.

Pero ¿dónde vas? le dije . ¿Por qué haces este viaje, exponiéndote a morir despedazado?

Cierto dijo la tía María que el hombre es un viajero; pero si llega a un lugar donde se encuentra bien, debe decir como Elías o como San Pedro, que no estoy cierta: «bien estamos aquí: armemos las tiendas». Si va usted a echarnos a perder la noche dijo Dolores con hablar de viaje, creeremos que le hemos ofendido o que no está aquí a gusto.

Un dulce cinismo acompañó sus últimos pensamientos. La alemana... ¿por qué rehusarla?... La otra estaba lejos; nada sabría. El viaje era monótono, y había que aprovechar las ocasiones para alegrarlo. Una vez en tierra, recobraría su cordura... Había que creer en la filosofía de Maltrana. La gran cuestión era... ¡pasar el rato!... Y Fernando se durmió.

Joaquín Pez pedirá limosna antes que comerciar con el hambre y la desnudez de un licenciado de Cuba. Será debilidad, será lo que quieras. Yo lo llamo abundantia cordis, opulencia del corazón. No lo puedo remediar. Soy como una pelota. La mano de la generosidad me arroja, y voy a estrellarme en la pared de la belleza... ¿Ves lo de mi proyectado viaje a la Habana?