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Rodrigo de Narváez es personaje enteramente histórico.

En el séquito descollaba el Reverendo Padre Fray Francisco Álvarez, elocuente y verídico historiador de la Embajada misma, a cuya narración nos remitimos, y alma además de las negociaciones diplomáticas, porque el tal don Rodrigo era muito parvo, si hemos de dar crédito a las hablillas y murmuraciones de sus subordinados.

Pues bien dijo después de algunos segundos , voy á hacer más que aconsejaros: voy á vengaros. ¿A vengarme, señora? Voy á hacer que por lo menos destierren de la corte á don Rodrigo Calderón, y que levanten su destierro al conde de Lemos. Procurad lo primero y aun más si podéis dijo con vivacidad la condesa ; pero en cuanto al conde de Lemos, dejadle por allá: me encuentro muy bien sin él.

¿Olvidáis que don Rodrigo Calderón está malamente herido, y que es vuestro esposo quien así le ha maltratado? dijo Quevedo de una manera profunda. Pero hasta ahora... dijo don Juan.

Por fortuna, nadie había en la galería por donde atravesaba. Ahora dijo para la condesa, continuando en su marcha y en su pensamiento es necesario que esta carta llegue á manos de mi padre, sin que la lleve yo... ¡bah! renuncio á mi venganza á trueque de que mi padre y señor pudiera reconocerme; preferiría irme á él con la cara descubierta, y mostrarle la carta de don Rodrigo.

Díjose, en primer lugar, que no se alcanzaría de una mujer decente el que aceptara como hogar Campo Rodrigo, y añadió el orador que no hacía falta nadie de otra especie. Esta indirecta, poco caritativa para la difunta madre, por dura que pareciese, fue el primer síntoma de regeneración del campamento.

Don Tello es uno de los invitados á estas bodas, en las cuales se halla también Leonor; pero mientras todos se abandonan al júbilo y á la alegría, y Don Rodrigo manifiesta su gratitud á su noble huésped, por el honor que le dispensa, entran en la casa armados los servidores de Don Tello y roban á la novia.

En uno de los mas suntuosos edificios de la Almedina, no lejos de los reales alcázares, gime encarcelado el buen señor de Salas, víctima de una infame traicion urdida por su cuñado Rodrigo ó Ruy Velazquez, el cual con una falsa carta de albricias le mandó á la corte de Hixem para que fuese degollado, mientras sus siete hijos perecian en la celada que tambien les tenia dispuesta.

Mas, ay mis hijos, que son mis preguntas escusadas, que con sangre viene escrito que es Rodrigo y Doña LambraAun existen en Córdoba la calle y casa donde pasó este tremendo drama; llámanlas de las Cabezas, y dicen tomaron este nombre por dos arquillos que allí se ven todavía, en los cuales pusieron las cabezas de los desgraciados Infantes, mal trofeo de tan infame victoria .

Lo traen á la presencia del Rey, y ordena la ejecución de la sentencia de muerte; pero el conde de Trastamara obtiene su gracia, alcanzándose después la de Don Rodrigo con menos trabajo, abrazando á su querida Doña María y casándose Don Tello con Doña Leonor. Innecesario parece, después de este análisis, empeñarse en señalar con más detenimiento las bellezas incomparables de esta composición.