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Las gentes lo apodan «el queso», por su forma, y algunos especializan llamándolo «el camambert». En torno de su baranda y en los bancos adosados á ella vivía el alma de Monte-Carlo, se encontraban las gentes, cambiando chismes y murmuraciones, pidiendo noticias á los que salían del Casino, comentando la fortuna ó la desgracia de los jugadores célebres.

Con frecuencia se le veía barriendo el piso de la iglesia de los Desamparados, tocando en ella el órgano, y haciendo el oficio de cantar en la solemne misa dominical, dándosele tres pepinillos de las murmuraciones de la nobleza, que juzgaba tales actos indignos de un grande de España.

Inmediatamente sentía pasar por el alma, con una lentitud de brisa, un rumor humilde de murmuraciones irónicas: Bien, entonces, come, duerme, báñate y ama. Yo así lo hacía.

¡Pobrecito mío!... ¡No pongas esa cara! Ten un poco de paciencia. Mañana; te juro que será mañana. Ella, que en otro tiempo había arrostrado con tranquilo impudor las más atroces murmuraciones, dudó y balbuceó al hablar del día siguiente. Parecía una jovencita luchando entre su amor y el miedo á perder su porvenir social.

En los primeros meses, Jaime haría frente a las murmuraciones y los desprecios; pero el tiempo pasa, un odio de siglos no se fatiga en el transcurso de unos cuantos años, y Febrer acabaría por arrepentirse de su aislamiento, reconocería su error al ir contra las preocupaciones de la gran masa, y sería Catalina la que sufriese las consecuencias, viéndose mirada en su hogar como un signo de ignominia.

Este cambio, casi repentino, y las constantes visitas a la familia de Molínez, daban cierta apariencia de verdad a la suposición de que al doctor no le preocupaba única y exclusivamente el cuidado de un enfermo grave. La mejoría de Clotilde Molínez valió a Ruiloz muchas enhorabuenas, pero a espaldas suyas dio pábulo a grandes murmuraciones.

Pocos días antes de nacer aquellas murmuraciones, paseaba don Juan por los pasillos del teatro con un amigo, que le decía así: No recuerdo dónde afirma Cervantes que los alcahuetes son gentes útiles a la república, y que debieran ser muy considerados. Bueno: pues escudado en tan autorizada opinión, no tengo inconveniente en presentarte a la incorruptible.

Por esto pienso si será mentira lo que cuentan del extranjero. ¡Calumnias de ciertos pollos que quieren entrar por uvas y las encuentran verdes! Y riendo de los arrestos de esta mujer, que en ciertos momentos era brava y acometedora como un hombre, repetía las murmuraciones que habían circulado en ciertos clubs de la calle de las Sierpes.

Se animó Joaquín con el buen éxito de sus murmuraciones y sostuvo que era cursi aquel respeto y admiración que inspiraba la Regenta. Es una mujer hermosa, hermosísima; si ustedes quieren, de talento, digna de otro teatro, de volar más alto... si ustedes me apuran diré que es una mujer superior si hay mujeres así pero al fin es mujer, et nihil humani...

Todos en el claustro alto conocían estas luchas. Llegaban hasta ellos los comentarios que se permitían los canónigos en la sacristía; pero los humildes servidores guardaban un silencio receloso cuando se repetían estas murmuraciones en su presencia, temiendo ser delatados por el vecino, que tal vez ambicionaba su puesto.