United States or Iran ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era bonita y recogida y adornada con esmero; por donde se adivinaba bien que no eran manos de hombres las que la cuidaban. Estaba, hasta el sitio que yo ocupaba, llena de bancos de madera, colocados unos detrás de otros como las butacas de un teatro, dejando igualmente en el centro calle para el paso.

Era la hora en que el paseo adquiría su aspecto más brillante. A todo galope de los briosos caballos bajaban carretelas y berlinas, y por las aceras del paseo desfilaban lentamente, con paso de procesión, las familias endomingadas. Los verdes bancos no tenían ni un asiento libre.

Se agitaban vociferando alrededor de las escolleras; medían con sus azagayas la profundidad del agua, esperando encontrar bancos que llegaran hasta el junco, y disparaban sus bomerangs sin resultado alguno, porque aquellos proyectiles no llegaban a su destino, a causa de la distancia, que era de unos dos cables.

A las cuatro de la mañana llegué á Punta Rubia, á donde hallé la mar sumamente gruesa; y en medio de la rompiente seguí con la chalupa por la proa, y toqué con la quilla en la cabeza del N de los bancos: con otro golpe de mar salimos, y seguí gobernando al S 1/4 SE por entre el rompidero de la costa, y el de los bajos, que tiene 50 brazas de latitud.

La Bolsa de Londres es el termómetro infalible del crédito, de todos los gobiernos y de los grandes bancos del mundo, del movimiento general de la política, de las fluctuaciones de los cambios y del valor de la moneda, así como de la popularidad de las empresas mas notables.

Enfrente, bajo el sol que agrietaba la piel en fuerza de sacar sudor, que hacía humear las ropas y ponía un casco de fuego sobre cada cabeza, enloqueciéndola, estaba la demagogia de la fiesta, el elemento ruidoso que aguardaba impaciente, tan dispuesto a arrojar al redondel los sombreros en honor al diestro, como los bancos y los garrotes en señal de protesta.

Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes. Rióse don Quijote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza; parecióle que, fuera de su señora Dulcinea del Toboso, no había visto mujer más hermosa jamás.

Era una barraca vieja, sin más luz que la de la puerta y la que se colaba por las grietas de la techumbre; las paredes de dudosa blancura, pues la señora maestra, mujer obesa que vivía pegada á su silleta de esparto, pasaba el día oyendo y admirando á su esposo; unos cuantos bancos, tres carteles de abecedario mugrientos, rotos por las puntas, pegados al muro con pan mascado, y en el cuarto inmediato á la escuela unos muebles, pocos y viejos, que parecían haber corrido media España.

Se llevaba una fortuna consigo, grandes cantidades depositadas en los Bancos de Europa le esperaban, tenía hoteles, pero había lastimado á muchos, tenía muchos enemigos en la Corte, ¡el alto empleado le esperaba allá! Otros generales se enriquecieron como él rápidamente, y ahora estaban arruinados. ¿Por qué no se quedaba más tiempo como se lo aconsejaba Simoun? No, la delicadeza ante todo.

Se había cansado de trabajar para los demás, y teniendo por socio á cierto joven norteamericano, se ocupaba en la colonización de unos cuantos miles de hectáreas junto al río Negro. En esta empresa había arriesgado sus ahorros, los de su compañero, é importantes cantidades prestadas por los Bancos de Buenos Aires; pero consideraba el negocio seguro y extraordinariamente remunerador.