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Enfrente de la puerta está el convento de los Capuchinos, en el mismo sitio que ocupó, según dicen, la primera iglesia que hubo en España, fundada por el apóstol Santiago, aunque Zaragoza disputa esta gloria a Sevilla.

Freya, que hasta entonces parecía embrutecida por el régimen de la prisión, despertaba al verse enfrente de una docena de hombres uniformados y graves. Su primer movimiento fué el de toda hembra hermosa y coqueta. Conocía su influencia física.

Querían soñar bajo la nieve perfumada de los interminables bosques de naranjos; ser dueños de los valles abrigados donde el mirto y el jazmín embalsaman el aire salitroso; de los volcanes mudos que dejan crecer entre sus rocas el áloe y el cacto; de las montañas de mármol que descienden sus blancas aristas hasta el fondo del mar y refractan el calor africano emitido por la costa de enfrente.

Salieron los tres de la posada, y el anciano siguió el camino del valle con el fin de subir a la cima del Hirschberg, situada enfrente; sus hijos le acompañaron, y pronto se encontraron todos a la orilla del bosque.

El dinero es vil, pero solamente para aquellos que no lo poseen. A , pobre siervo de la pluma, me ha hecho cometer grandes bajezas. Un día he escrito una cosa, y meses después, por unas pesetas más, he pasado a la casa de enfrente para escribir todo lo contrario. Por eso quiero hacerlo mío: para sentirme digno y libre por primera vez en mi existencia.

Hemos almorzado en una fonda de la Plaza por trece francos, visitamos las fuentes, las más ricas del mundo en juegos de aguas, oimos la música militar cerca del estanque que está en último término, nos sentamos haciendo parte de la sociedad elegantísima que inunda esta esplanada; Vernet me llama y me reconcilia con ella; volvimos luego, tomamos el ómnibus, ya divisamos las torres de Paris: á las seis de la tarde nos apeamos enfrente del palacio de la Industria.

Preséntele usted con toda la negra realidad de la vida, braceando en este océano de cieno, sin poder flotar, y ahogándose, ahogándose, ahogándose.... Pero, eso , déjele usted que se enamore con hidrofobia de la dama de enfrente, porque en ese gran recurso dramático ha de cimentarse todo el edificio novelesco.

Anduvo Jaime Febrer casi desnudo por la habitación, ante la ventana abierta, partida por una columna delgadísima. No había miedo de que le viesen. La casa de enfrente era un palacio viejo como el suyo; un caserón de pocos huecos.

Gabriel, ¿no hay enfrente y hacia la derecha unos grandes pantanos? ¿No se ven a la izquierda unos cerros que terminan en lo alto con un pequeño bosque? ¿No se eleva delante una colina en cuya falda blanquea un pueblecillo? Y aquellas torres que distingo al otro lado de dicha colina, ¿no son las del castillo de Austerlitz?

Enfrente estaba la vivienda señorial de los Grimaldi, conjunto de edificios de diversas épocas, que le recordó los palacios de algunos príncipes soberanos de la antigua Italia. Era de color rosa obscuro, cortado por el arquerío de las loggias, y tenía adosados unas torres de sillares blancos con almenas hendidas.