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Otro documento curioso relativo á la capilla de la ALJAFERÍA se halló tambien, que es del mismo rey D. Jaime 2.º dado en Zaragoza el 14 de las calendas de octubre del año 1300, en el cual dice: que conviniendo que el que cuida la ALJAFERIA sea presbítero y pueda celebrar misa todos los dias, y cumplir los divinos oficios en la capilla del palacio de este nombre, recibiendo los doce dineros diarios y los 70 sueldos jaqueses anuales que recibe Domingo Juan, que entonces tenia encomendado el cuidado de la ALJAFERIA por concesion de los Ilustrísimos Sres.

Dios guarde á V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos Aires, 21 de Mayo de 1810. Juan José Lezica Martin Gregorio Yaniz Manuel José de Ocampo Juan de Llano Manuel Mancilla Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian de Leiva. Exmo. Sr. Virey, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros." EXCELENTÍSIMO SE

Sonreía maliciosamente y al mismo tiempo con desprecio, como regocijado por la inferioridad en que vive la hembra de los campos. ¡Las mujeres! ¡Vaya usted a saber lo que piensan, don Jaime!... Margalida es como todas: amiga de vanidades y cosas extraordinarias.

Luego enseñaba a Jaime grandes estampas con vistas de las ciudades en las que había vivido, y que al niño le parecían poblaciones de ensueño. Algunas veces se quedaba contemplando el retrato de «la abuela del arpa», de su esposa, la interesante doña Elvira, el mismo lienzo que estaba ahora en el recibimiento con las demás señoras de la familia. No parecía conmoverse.

Jaime miró con tristeza a la servidora, que permanecía erguida ante él.

Otra cosa parecía interesarla: algo que no acertaba a decir, pero la hacía verter lágrima tras lágrima. El siñó Pep luego de cerrar la puerta de la casa, se había paseado más de una hora por la cocina mascullando palabras y cerrando los puños. «¡Aquel don Jaime!... ¡Empeñarse en conseguir lo que era imposible!... ¡Testarudo como todos los suyos!...

Cerrando el glorioso desfile, casi a ras de los muebles, estaban los últimos Febrer de principios del siglo XIX, oficiales de la Armada, de cortas patillas, rizos sobre la frente, alto cuello con anclas de oro y negro corbatín, que habían peleado en el cabo de San Vicente y en Trafalgar; y tras ellos el bisabuelo de Jaime, un viejo de ojos duros y boca desdeñosa, que al volver Fernando VII de su cautiverio en Francia se había embarcado para prosternarse a sus pies en Valencia, pidiendo con otros grandes señores que restableciese los usos antiguos y exterminase la naciente plaga del liberalismo.

Cuando doña Manolita se vio a solas con su amiga, recordando que la broma de unos supuestos amores con D. Jaime no la había ofendido, no pudo resistir a embromarla de nuevo sobre el mismo tema.

Y con esto se concluyó el acuerdo, que firmaron dichos Señores, de que doy . Juan José Lezica Martin Gregorio Yanis Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian de Leiva Licenciado D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.

¡Será joven! afirmó la vieja, para sacar más noticias a su señor. , joven; mucho más joven que yo; demasiado joven: unos veintidós años. Poco me falta para poder ser su padre. Madó hizo un gesto de protesta. Don Jaime era el hombre más guapo de la isla.