United States or Estonia ? Vote for the TOP Country of the Week !


El vaso es demasiado grande para una lágrima: es cierto. Pero también la gota se pierde en el mar... y sin embargo, allí está. Salvatierra siguió hablando, como si quisiera convencerse a mismo. ¿Qué significaba la grandeza o la pequeñez? En una gota de líquido existían millones de millones de seres, todos con vida propia: tantos como hombres poblaban el planeta.

Fortunata, desde que su tía empezó a hablar, lloraba a lágrima suelta; pero al oír lo de que iban a ser marquesas, una ráfaga de jovialidad pasó por encima de la onda de tristeza, y la joven se echó a reír con la cara anegada en llanto.

No sucedió lo mismo a la marquesa de Sabadell: viola muy bien esta, la conoció al punto, y el temblor de sus manos, el gesto espontáneo de horror con que apartó la vista, el ansia cruel con que se levantó su pecho, sin que pudieran exprimir sus vaivenes una sola lágrima, como si se hubiese agotado ya en aquel corazón el manantial de ellas, revelaron claramente la impresión horrible que le hacía la presencia de aquella mujer funesta, que encontraba por primera vez después de tantas desgracias.

Cuando desapareció, el artista, cuyo carácter era firme cual la roca, enjugó, sin embargo, una lágrima. Después se levantó, tomó su paleta y púsose a pintar. Al día siguiente experimentó la sorpresa de ver a Calvat entrar en el taller. ¿Cómo te atreves a presentarte en mi casa? le preguntó con amenazadora gravedad.

Y por un accidente de la vida, ¿buscas un puñal contra la vida? ¿Quieres sacrificar el cielo á un celaje? ¿Quieres sacrificar el mar á una ola? ¡Ay! Á la gota de sangre que cae de un dedo, ¿quieres sacrificar el corazon? Á la lágrima que cae de los ojos, á este soplo del aroma húmedo de nuestra alma, ¿quieres sacrificar el alma toda?

El furor se enseñoreó de todas las cabezas clericales. Ruedan las sillas, quiébranse platos y botellas; la pequeña sala resuena con los gritos de los enfurecidos presbíteros. Godofredo, llorando a lágrima viva, trata de contenerlos, implorando, persuadiéndoles con palabras fervorosas.

No faltaba más que ahora me volviera loco. Pasaron ocho días y a la hora señalada Anita se presentó de rodillas ante la celosía del confesonario. Después de la absolución enjugó una lágrima que caía por su mejilla, se levantó y salió al pórtico. Allí esperó al Magistral y juntos, cerca ya del obscurecer, llegaron a casa de doña Petronila.

¡Quién lo había de creer!... Al oír esto la niña, apagóse en sus labios la sonrisa, como una luz que mata de repente una ráfaga de viento; cruzó las manos angustiada, miró a su madre con espanto y se echó a llorar a lágrima viva, con el corazón encogido... Pero ¡vaya por Dios, vida mía! exclamó Currita estupefacta . ¿A qué viene ese llanto? ¿Es que no quieres venir?

Busqué, en vano, con la vista el jardín donde aquellos tristes amores habían comenzado, busqué el palacio del noble poeta. ¡Cuánta alegría desvanecida! ¡Cuánta actividad aniquilada! ¡Cuánta palabra de amor, cuánta lágrima, cuánto afán, cuánto suspiro disipados para siempre! ¿Para siempre? ¿Por qué?

Para todos la sonrisa, pero para una sola una lágrima, perla rara de los corazones viriles, empañaba el brillo de sus ojos de acero, mientras el joven murmuraba con religioso fervor: ¡Mi tía Liette!