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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Pido al Senado terminó diciendo el orador que le quiten al Hombre-Montaña lo que no le corresponde usar y que se envíe al Consejo Ejecutivo una ley para que mañana mismo lo vista con el recato y la decencia que exige su sexo. La ovación al tribuno fué larga. El presidente tuvo que hacer sonar varias veces la sirena eléctrica de su mesa para conseguir que se restableciese el silencio.

Y como al fin todo se descubre, las gentes cayeron en la cuenta de que estos buenos hombres no llevaban la inteligencia en la cabeza ni la tenían guardada en casa. Y entonces pidieron que se restableciese el uso antiguo. Pero era ya tarde; la tradición estaba creada; el perjuicio se había consolidado. Y los políticos llenaban los parlamentos y los ministerios.

En un momento de duda, bastaba que alguien recordase lo que habían pensado los muertos en otros tiempos para que se restableciese la calma, aceptando todos su opinión. Los muertos eran la única realidad eterna e inmutable. Los hombres de carne un accidente pasajero, una burbuja insignificante que no tardaba en estallar por la hinchazón de su hueca soberbia.

Su mujer no se separaba de él sino cuando alguna visita importuna lo obligaba a ello, cuando Milagros entraba con aire afligido, y llamándola aparte, me la obsequiaba con un par de lágrimas o de zalameras caricias... Ya no había que pensar en baños, a menos que no se restableciese Bringas para los primeros días de Agosto, lo cual no parecía probable.

Le importaba poco que su país fuese gobernado por alemanes. Hasta en ciertos momentos lo juzgaba preferible, siempre que la paz se restableciese rápidamente, permitiéndole disfrutar otra vez de sus riquezas y reanudar la vida de meses antes, que ahora le parecía á medio siglo de distancia.

Despues de arrestado el principal rebelde, su muger, sus hijos y la mayor parte de sus gefes principales, parece debia esperarse una crisis favorable, que restableciese en su antigua quietud los ánimos alterados de aquellos naturales: pero lejos de esto, se puede asegurar empezó de nuevo y con mas ligereza la rebelion, porque habiendo logrado la fuga Diego Cristóval Tupac-Amaru, medio hermano de José Gabriel, Mariano Tupac-Amaru, su hijo, Andres Noguera, y Miguel Bastidas sus sobrinos, por haber seguido diferente camino que los demas, consiguieron felizmente libertarse y establecer su residencia en la provincia de Azangaro, que continuó ciegamente á su devocion, con las circunvecinas de la Paz, y las del Collao, formando considerable partido para sostener sus ideas.

Los ujieres, con gritos estentóreos de «un poco de silencio, señores s'il vous plait, du silence», no lograban tampoco dominar la agitación. La derecha vociferaba y hacía un ruido ensordecedor con los pies; la izquierda pedía a gritos: «la censura, la censura». Fue preciso amonestar seriamente a un imperialista, el barón Dufour, para que se restableciese el silencio...

Cerrando el glorioso desfile, casi a ras de los muebles, estaban los últimos Febrer de principios del siglo XIX, oficiales de la Armada, de cortas patillas, rizos sobre la frente, alto cuello con anclas de oro y negro corbatín, que habían peleado en el cabo de San Vicente y en Trafalgar; y tras ellos el bisabuelo de Jaime, un viejo de ojos duros y boca desdeñosa, que al volver Fernando VII de su cautiverio en Francia se había embarcado para prosternarse a sus pies en Valencia, pidiendo con otros grandes señores que restableciese los usos antiguos y exterminase la naciente plaga del liberalismo.

Palabra del Dia

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