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Actualizado: 3 de septiembre de 2024


Caramuel, Primus Calamus, tomo II, pág. 690. Pellicer, tomo I, pág. 216. No se vaya á creer que las palabras de esta corte indican que el autor tiene con ella relaciones íntimas, porque la corte, en general, significa sólo la residencia del Monarca.

Dos observaciones debo hacer, siempre con la mejor intención, para gobierno de mis lectores: La distancia más larga desde el centro de Santander al campo, se anda, á pie, en diez minutos. La localidad que abandonan en verano las familias que se van al campo, la aceptan como residencia campestre los que huyen de otras capitales á la nuestra.

Y sin embargo, ese relieve, tan mínimo en relación con el gran planeta, baña sus laderas y su crestería en regiones aéreas muy distintas de las que en la llanura sirven de residencia á los pueblos.

Atravesando las montañas y los fértiles valles de las provincias de la Laguna y de Yamparaes, y pasando sucesivamente por el Pescado, por Tomina, Tacopaya, Tarabuco y Yamparaes, llegué finalmente á la capital de Bolivia, antiguo asiento de la audiencia de Charcas, hoy dia residencia de una corte suprema y de una universidad.

Y vuelvo a decir que se me vaya, Pedro Recio, de aquí; si no, tomaré esta silla donde estoy sentado y se la estrellaré en la cabeza; y pídanmelo en residencia, que yo me descargaré con decir que hice servicio a Dios en matar a un mal médico, verdugo de la república. Y denme de comer, o si no, tómense su gobierno, que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.

El antiguo palacio imperial, construído por los soberanos de la penúltima dinastía, ocupaba el centro de la ciudad y era la residencia de los altos señores del Consejo Ejecutivo.

Todos aquellos que al igual que yo salen de la nada para llegar a ser algo, vienen a donde yo estoy, a la ciudad de los libros, en un rincón desierto, consagrado por cuatro o cinco siglos de heroísmos, de trabajos, de penurias, de sacrificios, de esperanzas abortadas, de suicidio y de gloria. Es una residencia muy triste, pero muy bella.

Cataluña particularmente debió gustarle más, porque en la Galatea, en la novela de Las doncellas y en Don Quijote, hace exactas descripciones del país y de sus costumbres. Su residencia en Roma, por duradero que fuese su recuerdo, no fué larga.

Daba el balcón al Mediodía y a la huerta, por lo cual la estancia hallábase diariamente inundada de gratos olores y de luz, y alegrada por el armonioso charlar de los pájaros. Florentina, en los pocos días de su residencia allí, había dado a la habitación el molde, digámoslo así, de su persona.

Tales fueron las diversiones dispuestas por el pueblo de Bruselas, que afirman algunos autores, se le oyó mas de una vez decir á Felipe, que de buena gana seria su punto de residencia esta capital. Es opinion comun que D. Felipe era de una arrogante figura, apuesto caballero y muy amigo de vestir con esplendidez. Añádese á esto un carácter amable, por lo cual todos lo apreciaban.

Palabra del Dia

jediael

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