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Es de notar, por último, que en esto de contener la ciencia en el arte, lejos de haber progreso, en cierto modo hay retroceso. La ciencia se ha ensanchado tanto que no cabe en los moldes artísticos, por más que los moldes se ensanchen también y hasta se deformen, como ocurre en la novela, donde un autor puede discurrir libremente sobre todas las cosas y otras muchas más.

En las novelas de Occidente aparecen con repeticiones muchas invenciones análogas, como, por ejemplo, la jornada tercera, novela 8.ª del Decameron; Grazzini, tomo II, pág. 117 de la edición de Londres de 1793.

La novela participa, como ya he dicho, de la naturaleza del drama y de la de la epopeya, pero más, á mi juicio, de la última. Ahora bien, ¿cuál es este objeto absoluto y estético que el poeta épico y el novelista persiguen?

Claro está que quien escribe una novela, así como toma para elementos o materiales con qué escribirla los casos de la vida vulgar y ordinaria observados por él, también puede tomar las doctrinas, creencias, aspiraciones, ensueños, ideas religiosas y metafísicas, y en resolución, todo cuanto cabe en la mente humana y la agita.

Lautrec se marchaba al día siguiente y no podía resignarme a dejárselas. ¿Qué decían esas cartas? Frases de novela... esas tonterías sentimentales, sin sinceridad, que divierten a la frivolidad de las mujeres... ¡Qué castigada estoy por aquella pueril vanidad!... ¿Las tiene Lautrec? No... Me las ha devuelto. ¿No dice usted que no estaba en su casa?

Además, la novela es un género de variedad infinita, y allí donde todos los novelistas describen lo mismo, con un lenguaje semejante, la novela corre peligro de muerte.

Con tal lectura se modera y mitiga el moceril romanticismo. Ya su generación pone el oído a los consejos de la escuela realista. Y la novela La Calandria que publicara Delgado en 1889, en la Revista Nacional de Letras y Ciencias, es obra de regionalista y costumbrista.

Parece, sin embargo, que Lope de Rueda no lo imitó directamente, sino más bien á alguna otra narración basada en aquélla, pues del análisis de la comedia y de su contextura general se desprende, que siguió paso á paso á alguna novela.

»Con motivo tan poderoso y la promesa formal de ser más diligente para escribirte en lo sucesivo, termino aquí esta carta ofreciéndote su extensión y las franquezas de que va henchida, como ejemplos que estás obligada a imitar cuando me contestes; sobre todo el de la franqueza. Con ella y el acopio que habrá en casa, ¿qué mejor novela para que la carta que me escribas?

No se limita a esto, con todo, la novela de Tofail. Esto es lo menos importante de la novela, aunque sobre ello lo más importante está fundado. Hay Benyocdan es todavía más excepcional y egregia criatura por el alma que por el cuerpo. Nada ve, nada hace, nada observa en ni fuera de , sobre lo cual no piense y cavile.