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Nunca había yo llegado a concebir tanto dolor y tanta resignación: nunca una agonía tan lenta; nunca un sufrimiento tan agudo, soportado, apurado, dominado con tanto valor: en Amparo no había esa expresión de disgusto, de rabia, de lucha impotente; expresión de ángel rebelde y condenado, que es una blasfemia muda; una blasfemia en imagen. Era la víctima resignada al sacrificio.

Y convencido de que nunca había de triunfar sobre una voluntad rebelde al amor, fué alejándose, sin que la esposa se mostrase triste y ofendida. Ella misma ayudó con no oculta satisfacción á este divorcio.

Y siempre, siempre, poco decía Haussonville, levantando los brazos al cielo. Iceta era un aventurero. Había estado al principio en la guerra, luego se fué a una república americana, tomó parte en una revolución y después, expulsado de allí por rebelde, volvía al ejército carlista, en donde estaba ya violento y deseando marcharse. Este mote lo debía Asensio a haber sido consumero en su pueblo.

Más bien parecía un taumaturgo de alma atormentada, un mágico prodigioso; pero en él se confundían la poesía del uno y la música del otro. Era el arcángel rebelde, hermoso como el fuego, que viniendo de abajo reconquistaba su divinidad. ; también es mi dios dijo tras breve pausa.

Déjele V.; otra vez le veremos, dijo la que tocaba la guitarra. Ha de bailar ahora repitió D. Diego. Baila, Fadrique. Yo no bailo con casaca, respondió éste al cabo. Aquí fué Troya. D. Diego prescindió de las señoras y de todo. ¡Rebelde! ¡mal hijo! gritó: te enviaré á los Toribios: baila ó te desuello; y empezó á latigazos con D. Fadrique.

Cesaron lentamente las contorsiones, el hervor del mísero cuerpo: los párpados se abrieron con el escalofrío final, mostrando las pupilas dilatadas con un reflejo vidrioso y mate. El rebelde cogió entre sus brazos aquel cuerpo ligero como el de un niño, y apartando a los parientes, fue poco a poco acostándolo en el montón de harapos.

La muchedumbre había emprendido ya su marcha hacia el templo, y la presencia del gigante produjo enorme desorden. En vano los jinetes de la cimitarra dieron varias cargas para dejar un espacio libre de gente en torno de Gillespie. A estas horas de la mañana la muchedumbre era de los barrios populares, y mostró un regocijo agresivo y rebelde.

No hay un crimen, ni un pensamiento que escape a sus leyes, a sus pesquisas, a sus verdugos; y no obstante, ellos no saben ni sabrán nunca cuan débil, estrecha o imperceptible es la distancia que separa un rebelde de un emperador y el suplicio de un proscrito de la apoteosis de un semidiós. 11 de septiembre.

Eran ellos que salían nuevamente a luz, primero como espectros, después como seres reales con cuerpo, vida y voz. Al amanecer, inquieta y rebelde al sueño, oíales hablar y reconocía hasta los gestos más insignificantes que modelaban la personalidad de cada uno.

Su pensamiento rebelde se esquivaba de aquel cruel cuadro, y por una de esas perversiones de la imaginación que en las crisis violentas se agita como un muelle roto, seguía viendo sin cesar la capilla de Santa Ana y los dos novios delante del altar erizado de puntas de hierro y de fuego, doloroso emblema del Destino, donde se consumía lentamente la «cera de los desposorios