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Actualizado: 29 de septiembre de 2024


¿Y seríais capaz...? ¿habláis seriamente? Tan seriamente, que voy á empezar á deciros lo que quiero. Veamos, veamos lo que queréis. Quiero, en primer lugar, ocupar el lugar que me corresponde. ¿Pues qué, no le ocupáis? No por cierto. Las queridas de los grandes hombres, son ó deben ser más que sus queridas.

Golfín? dijo acercándose en línea recta. Aquí estoy repuso Golfín seriamente. Creo que debe usted ponerse la venda y retirarse a su habitación. Yo le acompañaré. Me encuentro perfectamente.... Sin embargo, obedeceré... Pero antes déjenme ver esto. Observaba la manta y entre las mantas una cabeza cadavérica y de aspecto muy desagradable.

Además, eres libre y yo también lo soy. ¿A qué juramentos, a qué deberes hubiéramos faltado queriéndonos? ¿Me habías dado seriamente parte de tu compromiso con don Paco? ¿No podría yo suponer que era una coquetería sin formalidad ni consecuencia?

La opinion se ha indignado con razón, y la gravedad del mal ha hecho pensar seriamente en los remedios.

Se había hablado mucho más; se había contado la historia del Provisor tal como la narraba la leyenda escandalosa. Convinieron, hasta los más prudentes, en que era preciso fundar seriamente aquella sociedad propuesta por Foja. Se acordó juntarse a cenar una vez al mes y hacer gran propaganda contra el Magistral.

Todavía prosiguieron algún tiempo hablando seriamente sin hallar ninguna solución que les contentase. Cuando agotaron el tema permanecieron tristes y silenciosos sin atrever á mirarse. Los ojos de entrambos se perdían en los repliegues del océano ondulante que se extendía á sus pies y parecían seguir con atención el vaivén de sus olas argentadas.

Si hay cosa tratada o discutida en el mundo, ya seriamente, ya en burla, es la cuestión del matrimonio, aunque sea cierto que ni los razonamientos ni las facecias influyen mucho en la resolución que cada prójimo toma según cuadra a su genialidad, temple y más o menos escrupulosa conciencia.

En otros tiempos jugaba por el placer de la emoción, por el gusto de reñir con la suerte, porque me halaga el asombro de los curiosos viéndome aventurar con indiferencia cantidades enormes. Ahora es por él, sólo por él. Alicia recordó el mal estado de su fortuna. Estaba ya quebrantada seriamente años antes, pero ella tenía la esperanza de una pronta reconstitución.

Al volver Maltrana al fumadero se sintió inquieto en su ambiente ruidoso. Todavía no era su hora: aún quedaban algunas mesas ocupadas por gentes respetables. Los amigos jóvenes le habían anunciado que la verdadera fiesta sería después de media noche. Esta vez se habían comprometido seriamente algunas damas de la opereta a ser de la partida.

Se quedó solo en su despacho meditando sobre las ruinas de sus inventos, máquinas y colecciones. «¡Dios mío! ¡si estará loca la pobrecitadecía entre suspiros Quintanar, con las manos en la cabeza. Se acostó decidido a consultar seriamente lo de su mujer.

Palabra del Dia

jediael

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