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Entre los que me rodeaban reconocí a algunos marineros del Rayo, les pregunté por Medio-hombre, y todos convinieron en que había perecido. Después quise enterarme de cómo me habían salvado; pero tampoco me dieron razón. Diéronme a beber no qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas.

Convinieron, pues, en que a contar del día siguiente al de la entrevista empezarían de nuevo, y durante la siesta de la baronesa, los interrumpidos estudios sobre la acuarela, bajo la dirección de Fabrice.

Todos los presentes, menos don Santos, convinieron en que aquello era demasiado fuerte: ¡Hombre, un Candelas!... Don Santos Barinaga gritó: No señores, no es un Candelas, porque aquel espejo de ladrones caballerosos era muy generoso, y robaba con exposición de la vida. Además, robaba a los ricos y daba a los pobres. , desnudaba a un santo para vestir a otro.

Y todos convinieron en poner pantalones al tranvía, incluso Fernando Gallarta y Gorito Sardona, gomosos del Veloz; y el grave marqués de Butrón, ministro plenipotenciario antes de la gloriosa, y gastrónomo distinguido únicamente después de ella.

»Todos convinieron en que él, en aquella guerra admirable del hombre contra la Naturaleza, había probado todo cuanto humanamente podía probar la ciencia, cuyos recursos quedaban ya agotados.

Claro dijo el barítono ; eso sería limitar el gasto.... , se conoce que es un caballero. Todos convinieron en que Bonis pagaría todo el gasto que se hiciera aquella noche. En cuanto a Bonifacio, comprendía, muy a su placer, que por el camino se le iba aliviando la borrachera.

»Con tal intensidad se ha posesionado de él este deseo, que me ha dado encargo de hacer a Felisa la proposición siguiente: »Dice que, según ellos convinieron, Felisa debe tener arreglados todos los documentos necesarios para la boda, y que como él tiene también corrientes los suyos, el matrimonio se puede celebrar en Madrid por poderes, luego de lo cual espera que ella venga inmediatamente a París, no a pasar una luna de miel, sino a cuidar a su marido enfermo.

Aquel día no se despejó más incógnita que la calva del buen señor. Fuera ya del colegio, se trató de sujetarle en casa y se le puso bajo llave, pero a la mañana siguiente se encontraron colgadas las sábanas de las ventanas; el pájaro había volado; y como sus padres se convencieron de que no había forma de contenerle, convinieron en que era preciso dejarle. De aquí fecha la libertad del lampiño.

Algo se apuntó allí sobre el billete de Banco, que en Madrid no fue papel-moneda corriente hasta algunos años después, y sólo se usaba entonces para los pagos fuertes de la banca. Doña Bárbara se acuerda de haber visto el primer billete que llevaron a la tienda como un objeto de curiosidad, y todos convinieron en que era mejor una onza. El gas fue muy posterior a esto.

Gonzalo ayudó con el hombro. Por fin, después de un vano forcejeo, convinieron en escalar juntos la tapia. Gonzalo apoyó su pie en el muslo de Ramiro y, cuando se hubo encaramado, tendió desde arriba la mano a su rival, ayudándose uno a otro como en los desafíos de los libros caballerescos y como lo hicieran Amadís, Rugero o Esplandián, con su valiente cortesanía. Era una cantera abandonada.