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Pero Golfín no decía nada concreto, sus palabras eran: Contractibilidad de la pupila... retina sensible... algo de estado pigmentario... nervios llenos de vida. Pero el fenómeno sublime, el hecho, el hecho irrecusable, la visión, ¿dónde estaba? A su tiempo se sabrá dijo Teodoro, empezando la delicada operación del vendaje . Paciencia.

Pero aquel Golfín era un poco inocente en cosas del mundo, y como había pasado la mayor parte de su vida en el extranjero, conocía mal nuestras costumbres y esta especialidad del vivir madrileño, que en otra parte se llamarían Misterios, pero que aquí no son misterio para nadie.

Después la Nela se detuvo y cayó de rodillas. ¡Oh!, señor exclamó con espanto no me lleve usted. Estaba pálida y descompuesta con señales de una espantosa alteración física y moral. Golfín le tiró del brazo. El cuerpo desmayado de la vagabunda no se elevaba del suelo por su propia fuerza. Era preciso tirar de él como de un cuerpo muerto.

Soy ciego, , señor añadió el joven ; pero sin vista recorrer de un cabo a otro las minas de Socartes. El palo que uso me impide tropezar, y Choto me acompaña, cuando no lo hace la Nela, que es mi lazarillo. Con que sígame usted y déjese llevar. Guiado ¿Ciego de nacimiento? dijo Golfín con vivo interés que no era sólo inspirado por la compasión.

Yo he devuelto la vista a tu amo dijo Golfín, observando con atención de fisiólogo el semblante de la Nela . ¿No me agradeces esto? Mucho, , señor; mucho replicó ella, fijando en el doctor sus ojos llenos de lágrimas.

Todo lo perdí, todo, y quiero irme con mi madre. La Nela dio algunos pasos; pero Golfín, como fiera que echa la zarpa, la detuvo fuertemente por la muñeca. Haciendo esto observó el agitado pulso de la vagabunda. Ven acá le dijo . Desde este momento, que quieras que no, te hago mi esclava.

Más hermoso es esto para verlo una vez que para vivir aquí indicó Golfín apresurando el paso . La nube de humo lo envuelve todo, y las luces forman un disco borroso, como el de la luna en noches de bochorno. ¿En dónde están las oficinas? Allá: ya pronto llegamos.

Consternados todos, fiaban en la prodigiosa ciencia del más afamado curador de ojos que tenía España. Acordose no dilatar la consulta ni un solo día, ni una hora. ¡Ah, Golfín!... Bringas le conocía. Era hombre del cual se contaban maravillas. A muchos ciegos desahuciados había dado vista.

Ya tenemos a nuestro filósofo en campaña dijo Sofía con mal humor . ¿Qué sabes lo que yo he hecho ni lo que he dejado de hacer? No te enfades, querida replicó Golfín ; todos mis argumentos van a parar a un punto, y es que debías haberle comprado zapatos a la Nela. Pues mira, mañana mismo se los he de comprar. No, porque esta misma noche se los compraré yo.

, señor.... Para todas las cosas hermosas ven y hablan.... Por eso cuando todas me han dicho: «ven con nosotras; muérete y vivirás sin pena»... ¡Qué lástima de fantasía! murmuró Golfín . Alma enteramente pagana. Y luego añadió en voz alta: Si deseas la vida, ¿por qué no aceptaste lo que Florentina te ofrecía? Vuelvo al mismo tema.