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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Paco narraba el lance con naturalidad, paseando de un cabo de la sala, la cabeza baja y las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Las jóvenes tertulianas se creyeron en el caso de ruborizarse. Todos reían menos Granate, que aún tenía en el corazón la broma del día pasado.
Sinforoso, por encargo suyo, escribió un cuento indio, donde se narraba la vida y milagros del padre de Maza, que había sido capitán negrero y en el tráfico de carne humana hiciera su fortuna. Desde entonces, los cuentos orientales como medio para decirse toda suerte de picardías, fueron usados por ambos partidos.
El fuego chisporroteaba alegremente; la cena humeaba; una vieja servidora narraba después la historia de alguna doncella encantada, y yo quedaba dulcemente dormido sobre el regazo de mi madre. La Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle. ¡Tan lejano! ¡Tan escondido rinconcito mío! Y sin embargo, te vieron algunos hombres sedientos de riqueza.
Los bogotanos se reían más tarde cuando les narraba la impresión de mi entrada y me explicaban la razón. Había llegado en viernes, que es día de mercado. Aunque éste está abierto toda la semana, es en los jueves y viernes cuando los indios agricultores de la sabana, de la tierra caliente y de los pequeños valles allende la montaña que abriga a Bogotá, vienen con sus productos a la capital.
Poseía espíritu sagaz y malicioso; veía muy bien el ridículo de las acciones, narraba con gracia y estaba dotada además de un don particular para herir a cada persona, cuando se le antojaba, en lo más vivo. ¿Ha llegado ya el conde? dijo una voz áspera que salía del gabinete contiguo y se sobrepuso al tecleo del piano y a las pisadas de los bailarines. Sí: aquí estoy, D. Pedro... Voy allá.
Por las miradas de don Salvador, comprendí que el guía hacía mi presentación y narraba las circunstancias por las cuales había sido él mi acompañante principal.
Había risas, violentas discusiones, ensayos vergonzantes de discursos. En un grupo se discutía el panteísmo, en otro la necesidad de rebajar el presupuesto de marina; más allá se narraba una aventura escandalosa, mientras cerca comentaban unos señores la última encíclica de Su Santidad. ¡Curioso! ¡curioso! ¡curio-sí-si-mo! En el centro de un grupo tronaba y relampagueaba el ilustre Pareja.
Este galán joven era un ser perfectamente ligero y superficial, indigno de desempeñar un papel en la obra. No sabía pronunciar, ni distinguía los sonidos, ni separaba las palabras, ni sostenía los finales. Además su tono era siempre familiar cuando en algunos casos precisaba emplear el sostenido, por ejemplo en la bella hipotiposis del segundo acto, cuando narraba un interesante incidente de caza.
Cosas así pensaba, dando golpecitos con un cuchillo sobre una corteza de pan, mientras su madre narraba las cábalas de Glocester y las maquinaciones de los conjurados del Casino. En cuanto pudo el Magistral escapó de casa, prometiendo ir a sondear al Obispo. Tomó el camino de la Plaza Nueva. El caserón de la Rinconada le pareció envuelto en una aureola.
Amparo narraba animadamente; los delegados de Cantabria habían desembarcado entre inmenso gentío que llenaba el muelle y la ribera: ella pensó por la mañana alumbrar en la octava de San Hilario; pero ¡qué octava ni octava!, en cuanto supo la venida del buque, allá se plantó, en el desembarcadero, abriéndose calle a codazos.... Los delegados son unos señores..., ¡vaya!, de mucho trato y de mucho mundo: ¡saludan a todos y se ríen para todos!, ¡republicanos de corazón, ea!
Palabra del Dia
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