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Amparo, cubriendo la brasa con ceniza, juntaba en una cazuela berzas, patatas, una corteza de tocino, un hueso rancio de cerdo, cumpliendo el deber de condimentar el caldo del humilde menaje. Hecho lo cual, se presentó más oronda que una princesa a la persona encamada a quien había llevado el desayuno.

En platos cóncavos de loza servían las criadas da la taberna las negras y aceitosas morcillas, el queso fresco, las aceitunas partidas, con su caldo en el que flotaban olorosas hierbas; y sobre las mesas veíase el pan de trigo nuevo, los rollos de rubia corteza, mostrando en su interior la miga morena y suculenta de la gruesa harina de la huerta.

El recipiente lo figuraba una granada, grande como la cabeza de un hombre, algo rajada, dejando ver los granos del interior, figurados por enormes cornalinas. La corteza era de oro oxidado é imitaba perfectamente hasta las rugosidades de la fruta.

Su rostro, cuando el General se hallaba en semejante estado de quietud, era benévolo y afable. Si alguno se le acercaba en demanda de algo, iluminaba sus facciones una expresión de cortesía y de interés, que bien á las claras demostraba que aun ardía interiormente el fuego sagrado, y que sólo la corteza exterior se oponía al libre paso de su luz intelectual.

Las hayas son lisas, de brillante corteza cubierta por el liquen, y de verde musgo en la base; mazorquillas de hojas adornan la parte baja del tronco, pero los ramajes se extienden á quince metros de altura y se unen de árbol en árbol en continua bóveda, perforada por rayos paralelos que forman dibujos en la hierba. El aspecto de la selva es severo y hospitalario al mismo tiempo.

DULCE DE SANDÍA. Se quita la corteza de la sandía y la parte encarnada; de la parte blanca de junto a la corteza se cortan unos trocitos como dados y se meten en agua hirviendo; se tienen un cuarto de hora y se sacan al agua fría, teniéndolos allí mientras aparte se hace el almíbar a punto fuerte; se mete la sandía y vuelve a hervir hasta que tome punto; se pone kilo de azúcar por kilo de fruta.

Otros olivos tenían el corazón roído, vaciado; sostenían simplemente la mitad de su coraza de corteza, como una torre partida por una explosión; pero en lo alto ostentaban su inverosímil cabellera vegetal, unos puñados de hojas plateadas á lo largo de las ramas sinuosas y negras.

Muévate, socarrón y malintencionado monstro, que la edad tan florida mía, que aún se está todavía en el diez y... de los años, pues tengo diez y nueve y no llego a veinte, se consume y marchita debajo de la corteza de una rústica labradora; y si ahora no lo parezco, es merced particular que me ha hecho el señor Merlín, que está presente, sólo porque te enternezca mi belleza; que las lágrimas de una afligida hermosura vuelven en algodón los riscos, y los tigres en ovejas.

El niño que habiendo acercado su mano á la lumbre se quema, comienza á percibir la relacion de causalidad, que luego generaliza y depura. Las grandes ideas de Leibnitz sobre la causalidad, eran la idea de un Leibnitz niño. La diferencia estaba en el desarrollo. Así la organizacion de la colosal encina, se halla bajo la corteza de la bellota.

El árbol a que aludo, cuya sola corteza está armada verticalmente, con todas las proporciones que tenia el tronco en su selva del Nuevo Mundo, es el representante de esa fuerza exuberante, salvaje y asombrosa que distingue á la naturaleza americana. El tronco tiene todo el aspecto de una torre sin molduras, y es tan enorme que de él solo saldría el casco entero de un bergantin.