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Su techo es frágil nipa, su suelo débil caña, sus vigas y columnas maderas sin labrar: nada vale, por cierto, mi rústica cabaña; más duerme en el regazo de la eterna montaña, y la canta y la arrulla, noche y día, el mar.

De este modo podía vigilar á su hijo, que seguía llevando una vida endiablada, sin salir adelante en los estudios preparatorios de ingeniería... Además, Chichí era ya una mujer, su robustez le daba un aspecto precoz, superior á sus años, y no era conveniente mantenerla en el campo para que fuese una señorita rústica como su madre. Doña Luisa parecía cansada igualmente de la vida de estancia.

Encerrado entre montañas estupendas y abruptas, el valle ofrece los mas raros contrastes de alegría risueña y salvaje aspereza, de rústica tranquilidad y de grandiosidad en las formas y desolacion en algunos objetos.

Doña Paula se había arrancado los parches, las trenzas espesas de su pelo blanco cayeron sobre los hombros y la espalda; los ojos apagados casi siempre, echaban fuego ahora, y aquella mujer cortada a hachazos parecía una estatua rústica de la Elocuencia prudente y cargada de experiencia. La tempestad se había deshecho en lluvia de palabras y consejos.

Y Chichí, que se criaba vigorosa y rústica, desayunándose con carne y hablando en sueños del asado, siguió fácilmente las aficiones del viejo. Iba vestida como un muchacho, montaba lo mismo que los hombres, y para merecer el título de «gaucho fino» conferido por el abuelo, llevaba un cuchillo en la trasera del cinturón. Los dos corrían el campo de sol á sol.

Las lágrimas la habían acompañado hasta allí. Ahora huían, como repelidas por la inmensidad de un dolor incapaz de plegarse á las manifestaciones ordinarias. El padre quedó mirando con extrañeza la rústica tumba. Su hijo estaba allí, ¡allí para siempre!... ¡y no le vería más!

Al señor de Pavol le agradaba conversar y aun discutir. Y aunque hablaba poco, escuchaba con interés. Bajo una corteza rústica escondía conocimientos generales, elevado buen gusto y gran criterio unido a una altura de vistas especial. No era ni un santo, ni un devoto.

Los principales personajes del Antiguo Testamento discurren en la procesión silenciosos y solemnes, como si la Historia Sagrada tomase cuerpo y apareciese ante nuestros ojos en visión ideal. ¿Qué daña a la mente infantil y a la rústica buena fe que no se ajuste con exactitud esta visión a la verdad arqueológica, y que en ella no se desplieguen el lujo y la pompa, si la imaginación del vulgo los pone allí con creces?

Lágrimas de ternura le llenaban los ojos y un ligero sonrojo teñía sus mejillas cuando se adelantó para abrir. Aquel sonrojo se hizo más intenso al ver al señor Godfrey Cass y a su señora. Hizo su ligera reverencia rústica y abrió del todo la puerta para dejarlos pasar.

Por todas partes se extendía un mar de blancura sin esperanza de término, mar desconocido, sin senda, de que eran juguetes estos náufragos de nuevo género. A muchas millas de distancia y a través de un aire maravillosamente sutil, se elevaba el humo de la rústica aldea de Poker-Flat.