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Actualizado: 5 de octubre de 2025
A unos 2 kilómetros de Küssnach, en direccion al lago de Zug, nos bajamos del coche para hacer una corta visita á una curiosa capilla, reedificada muchas veces, que conmemora un hecho decisivo de Guillermo Tell. Pequeñita y muy léjos de ser monumental, la capilla tiene cierta gracia rústica que invita al viajero á visitar el interior.
No es posible que, aunque lo procuro, pueda un breve término contemplar, si así se puede decir, en la bajeza de su estado, porque luego acuden a borrarme este pensamiento su belleza, su donaire, su sosiego, su honestidad y recogimiento, y me dan a entender que debajo de aquella rústica corteza debe de estar encerrada y escondida alguna mina de gran valor y de merecimiento grande.
Iban sentándose en dos bancos colocados a lo largo de la mesa, mientras Gallardo miraba indeciso a doña Sol. Debía comer arriba, en las habitaciones de la familia. Pero la dama, riendo de esta indicación, fue a sentarse en la cabecera de la mesa. Gustábale la vida rústica, y le parecía muy interesante comer con aquellas gentes.
Y para calmar la impaciencia bélica del ruso, el príncipe Tong remitía, con estos recados sutiles, algún substancioso presente de confites o goma de bambú en caldo de azúcar. Había un kiosco en el jardín, bajo los sicomoros, que se denominaba, al modo chino, el «Reposo discreto»; a un lado un arroyo fresco cantaba dulcemente bajo una fuentecilla rústica pintada de color de rosa.
La dicha doméstica de los recién casados, la rústica inocencia de su vida, son retratadas con los colores más bellos de la poesía. El comendador, que se restablece poco á poco, comienza á sentir cierta grata inclinación hacia su bella huéspeda, siendo tratado por ella con la más sincera amistad. Al despedirse hácele ricos regalos, que son recibidos con gratitud.
Se disipan y evaporan como no pocas otras riquezas mal y fácilmente adquiridas. Los dineros del sacristán cantando se vienen y cantando se van. El empleado así, por favor electoral, adquiere hábitos de lujo, desdeña la manera rústica y sencilla con que antes vivió, y se acostumbra a que el reloj gane por él el dinero, pasando y pasando horas y días. El mal ejemplo inficiona a todos.
Palabra del Dia
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