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La esposa del maestrante comprendió que, si proseguía en el tema, la planchadora iba a decir algo desagradable y se apresuró a cortar la plática, pagándole su cuenta y despidiéndola con afabilidad. No impidió esto para que la doméstica dijese en confianza, en cierta casa donde fue a servir, lo que pasaba en la de Quiñones. La noticia se fue trasmitiendo en confianza, igualmente, de unos a otros.

La imprevisora y loca cigarra de la fábula es un ser laborioso y dulce, explotado hasta la muerte. En cuanto á la hormiga, modelo de economía doméstica que los padres ofrecen á los hijos, es una bestia rapaz que desde el mundo de la pequeña animalidad influye fatalmente sobre los hombres.

Vamos, que eso es una razón de pie de banco, don Federico. ¿Qué más desearía yo replicó Stein que disfrutar con una inocente joven de la dulce y santa felicidad doméstica, que es la verdadera, la perfecta, la sólida que puede disfrutar el hombre y que Dios bendice, porque es la que nos ha trazado? Pero tía María, ella no me puede querer a . ¡Esta es otra que mejor baila!

Los celos le cegaban al pensar que aquella joven, que algunos meses antes se le había aparecido con todo el encanto de la sencillez y de la gracia, de la virtud doliente y de la tranquilidad doméstica, había cedido á las sugestiones de un libertino sin conciencia. Era preciso no dejar sin castigo aquella infamia.

Lo más singular era que ni en aquel estado mísero hubo de abandonar mi buen Thiers la contabilidad de su casa. Mientras estuvo en el lecho, dio a su mujer las llaves de la gaveta donde tenía el dinero; pero desde que se levantó quiso empuñar de nuevo las riendas del gobierno y ejercer aquella soberana función, que es el atributo más claro de la autoridad doméstica.

La expresaba diciéndose que tal vez se alegraría de no estar tan alegre. La impaciencia y vivacidad de Bringas se manifestaban en una fiebre de intervención doméstica, en un como delirio de administración, vigilando sin ver y dirigiendo todo lo mismo que si viera. Ni un instante dejaba de promulgar disposiciones varias, y él mismo se contestaba a las preguntas que hacía.

Nuestras acciones pueden ejercerse, ó sobre los objetos de la naturaleza sometidos á la ley de necesidad, y aquí se comprenden todas las artes; ó sobre lo que cae bajo el libre albedrío, y esto comprende el arreglo de nuestra conducta con respecto á nosotros mismos y á los demas; abarcando la moral, la urbanidad, la administracion doméstica, y la política.

Dos generaciones educadas con arreglo á nuestro sistema han bastado para que los hombres no guarden el menor recuerdo de lo que fué su dominación en otros tiempos y se resignen á su estado actual, encontrando dulces placeres dentro de la vida doméstica y una felicidad pasiva en sentirse dirigidos por la mujer....

Su casa le hablaba, en silencio, con la dulzura de la paz doméstica, de toda la idealidad de que era capaz su espíritu cariñoso, humilde.

Pero, al fin y al cabo, gozaba de veras el pobre hombre, era dichoso por completo; y tan absorto le traían las preocupaciones del oficio y los deberes y solaces de su vida doméstica y social, que hasta había perdido enteramente aquel su hidalgo aborrecimiento a las deudas y a la usura, y ni siquiera reparaba cómo este mal demonio de los ricos desatentados le iba hincando las unas en lo más vivo, en lo más hondo, en el mismo corazón de la «olla grande».