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Poseía, sin embargo, una cierta altivez que podía confundirse con la rusticidad, un orgullo salvaje que a veces coloca Dios en las almas inocentes como ángel custodio; arma que el pudor tiene cuando la naturaleza no le ha otorgado el don de la perspicacia.

Don Marcelo sintió cierta satisfacción al pensar en su próxima muerte. Deseaba salir del mundo cuanto antes. No le inspiraba curiosidad el final de esta guerra que tanto le había preocupado. Fuese cual fuese su terminación, acabaría mal.

Iniciábase en él cierta tendencia a imponerse privaciones y sufrimientos, y la mortificación, que antes le sublevaba, por liviana que fuese, ya le complacía.

Verdad es que sus relaciones habían sido frías y puramente corteses; hay cierto imán que atrae a la juventud hacia la juventud, mientras que por el contrario hay cierta repulsión que aleja al joven del viejo.

El asunto de la obra tiene melancolías de égloga. Un viejo príncipe solitario concluye por enamorarse ciegamente de cierta princesa, de quien todos le refieren bellísimos y peregrinos lances, y no quiere morir sin conocerla.

Pero aún no tenemos motivo para aceptar esta aseveración, que es quizá una calumnia. Llamábanle el Doctrino, porque había estudiado primeras letras en el colegio de San Ildefonso. No podía negarse que había en su carácter cierta astucia disimulada, y en sus modales alguna afectación bastante notoria.

El viejo parecía oler la catástrofe; pero la veía llegar con una tranquilidad egoísta, ya que los dos hombres que poseían sus afectos, estaban lejos. Su hijo había ido a Málaga, por encargo de su principal, para intervenir, como hombre de confianza, en cierta quiebra, y allá permanecía ocupado en repasar cuentas y discutir con los otros acreedores. ¡Ojalá no volviese en un año!

La pobre chacha Ramoncica había sido siempre pequeñuela y mal hecha de cuerpo, sumamente morena y bastante fea de cara. Cierta dignidad natural é instintiva le hizo comprender, desde que tenía quince años, que no había nacido para el amor. Si algo del amor con que aman las mujeres á los hombres había en germen en su alma, ella acertó á sofocarlo y no brotó jamás. En cambio tuvo afecto para todos.

Bien lo entenderá el que haya visto desaparecer de este mundo a un ser querido. Suele haber cierta voluptuosidad en escarbar la llaga, en renovar la pena y el llanto. Raimundo no podía contemplar mucho tiempo el rostro de Clementina sin sentir las lágrimas correr por sus mejillas. Por esto, quizá, era por lo que la buscaba en todas partes.

El terruño de suyo es seco, pero en tiempo de lluvias, que duran desde Diciembre hasta Mayo, se anega tan disformemente la campaña, que se cierra el comercio y se forman muchos ríos y grandes lagunas, que abundan de muchos géneros de pescado, los cuales pescan con cierta pasta amarga con que atontados salen á la superficie del agua.