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No me mande usted que me retire, papá, se lo suplico; se engaña usted si cree que no estoy buena. ¡Ojalá estuviese siempre como hoy! Efectivamente, Magdalena, en medio de su excitación nerviosa, estaba encantadora, y todos a su alrededor lo repetían.

Tres partes forman el plan de esta memoria. ¡Ojalá que yo acierte á desempeñarla segun mis deseos, y como merece la importancia del asunto!

Tengo ganas de verte para decirte todo lo que se me viene a la boca. ¡Lo menos pensaste que volvería despreciativamente la cabeza, sin saludarte, si por casualidad te viera salir de la imprenta! No lo digo por esto del saludo; pero no sabes de lo que es capaz una mujer cuando sabe querer. ¡Ojalá no fuese rica!

Se alejó el viejo cautelosamente, como hombre acostumbrado a rondar la huerta, esperando un enemigo en cada senda. Sènto creyó que quedaba solo en el mundo, que en toda la inmensa vega, estremecida por la brisa, no había más seres vivientes que él y aquellos que iban a llegar. ¡Ojalá no viniesen! Sonaba el cañón de la escopeta al temblar sobre la horquilla de cañas.

No por cierto, mi querida tía María respondió Stein tomando y estrechando entre las suyas la mano de la anciana . En sentimientos, estamos en cuenta corriente y pagada; pero en pruebas he quedado muy atrás; ¡ojalá pudiese dar a usted alguna de mi cariño y de mi gratitud! Pues fácil es, don Federico, y voy a pedírsela a usted. Desde luego, mi querida tía María, ¿y cuál es esa prueba?

El señor y la señora de Santa Cruz, que aún viven y ojalá vivieran mil años, son el matrimonio más feliz y más admirable del presente siglo.

Lope, El Verdadero Amante, B. A. E., XXIV, 12 a. "del Real dentro en la puente." Lope, La Viuda Valenciana, B. A. E., XXIV, 73 c. Cfr. v., "dentro del tercero día." Que fuera, ojalá que fuera. Bello, Gram., 995.

¡Mordiscos también!, ¿eh? exclamó, fustigando al odioso Muslim . ¡Ojalá le hubiese rajado! En aquel momento divisamos los toros. Se apresuró a prometerme todo lo que le pedía. Quedé con la sospecha, casi la certeza, de que no supo, al cabo, lo que era, y, lo que es más doloroso, no le importaba. Allá, en medio de un extenso campo de un verde amarillento, había un grupo de reses.

Nos mantuvo delante de ella en aquella actitud que resultaba extremadamente embarazosa, y que no me parece que fuera más grata para Julia; luego, sin adivinar que entre su hermana y yo había más de un obstáculo ya formado que anulaba sus proyectos de unión, como habría hecho una madre, la besó tiernamente y muchas veces diciéndole: «No nos separemos, mi hermanita querida; ¡ojalá podamos no separarnos nunca

La infinita bondad de Dios me envía esta prueba, que no si podré resistir, porque soy una criatura débil y pecadora. Bendito por siempre sea su santo nombre. Si no temiera abusar de su bondad le suplicaría que viniese en algún momento libre a consolarme y a fortalecerme con sus sanos consejos. ¡Ojalá no me hubiese apartado jamás de ellos!