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Después de admirarse de su propia capacidad para la política, sólo se reconocía deudor a D. Juan Fresco y a la copiosa turba de bermejinos que le siguieron en el día de la elección como a caudillo respetado. Durante todo este largo período electoral, las relaciones amistosas de doña Luz y del P. Enrique se fueron estrechando más cada día.

¡Ah! ¡Por fin te encuentro! balbuceó Clementina, estrechando á Herminia hasta ahogarla. ¡Ah! querida niña, con la que he sido tan dura y que me absuelve sin una vacilación!... ¡Oh! pequeña mía!... ¿Cómo obtener jamás que olvides todo ese daño?... Pero ¡estaba loca! ¿sabesNo sabía lo que hacía!...

Huyamos, querida mía, huyamos de esta maldita casa y de Cádiz y de la Caleta dije estrechando con mi brazo la mano de Inés. ¿Y lord Gray? me preguntó. Calla... no me preguntes nada exclamé con zozobra . Apártate de . Mis manos están manchadas de sangre. Ya entiendo dijo ella con viva emoción . La infame conducta de ese hombre ha sido castigada... Ha muerto lord Gray.

Desde la oscuridad, pero estrechando todavía su mano, continuó: Transcurrió mucho tiempo antes de que pudiese acostumbrarme a las cosas de por aquí, pues estaba habituada a la sociedad y a sus gustos y comodidades. Busqué una mujer que pudiera auxiliarme, pero fue en vano, y por otra parte no osaba fiarme de un hombre.

»¿Por qué? repitió Teobaldo, estrechando mis manos entre las suyas, frías como el mármol... No cómo decírselo... y no obstante es preciso... es necesario... »Y al hablar así el sudor corría por su pálida frente. »¡Acabe! ¡Acabe!

Esperó un momento la vizcondesa, y viendo siempre a aquel impasible y mudo: Señor Fabrice le dijo estrechando las manos del artista , ¿me dejará usted partir sin concederme una frase de esperanza?... Ya su honor está a salvo... ¡Tenga usted piedad de su hija!... ¡Tenga piedad también de la pobre culpable!... ¡Ha sufrido y sufre tanto!... ¡Ha expiado y expía con tanta usura su pecado!... ¡Y si aun me atreviera a añadirle algo!...

Tablas, que había dado ya algunos pasos hacia San Millán se detuvo, mientras el guipuzcoano, estrechando con el más vivo afecto la mano de su amigo, lo dijo estas palabras: Mañana... y quien dice mañana dice el mes que viene o el año que viene... estarás conmigo en la Isabelina.

Hízole entrar en la sala, y estrechando sus manos con fuerza, descompuesta, loca, prorrumpió en esta pregunta: ¿Qué has hecho, hijo mío, qué has hecho? Quilito, pálido, no comprendía.

El marido, que arrastraba mucho el pie izquierdo y parecía también imposibilitado del brazo correspondiente, se apoyaba en el de su esposa. Esta era alta, rubia, corpulenta y sus ojos abiertos, inmóviles, mostraban que estaba ciega. Ninguno de los dos pasaría de treinta años. ¡Pero qué sorpresa! dijo Elena besando con efusión a la ciega y estrechando la mano sana del paralítico.

De repente oyó el golpe de la puerta cerrándose con violencia. Todos, menos la doncella, habían salido. Capítulo VIII Entreacto en la calle de los Abades «¿A dónde vamos? preguntó Isidora cuando salieron a la calle. ¡Qué pregunta!... A mi casa replicó don José, estrechando a Riquín entre sus brazos con ardiente cariño . Abades, 40. No parece sino que hemos de quedarnos en la calle.