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El notario estaba radiante. Todos sus amigos de los días pares, todos los altos dignatarios de la francmasonería del placer, le dieron la enhorabuena por su curación milagrosa. Reinó durante todo un entreacto en aquel reino envidiable.

Amparo, con medio cuerpo fuera de la barandilla, palmoteaba a más y mejor. Durante el segundo entreacto, las gentes prensadas en la cazuela se hallaron unas miajas más anchas y cómodas, ya sea porque su volumen se había ido sentando y acomodándose al espacio, ya porque algunas, indispuestas con tan alta temperatura, mal de su grado hubieron de retirarse.

Despues de mediar un entreacto de orquesta, asoma el tenor. Este tenor es un hombre muy alto, delgado, inmóvil, con un gran bigote tan inmoble como sus piernas. Cantó con voz llena y poderosa; pero en aquel sonido no habia más que voz. Sigue al tenor la dama de carácter ligero, calificacion que la viene de molde, atendido el contínuo movimiento de sus piés.

Entonces Cristeta se vestía y emperejilaba, cepillaba cuidadosamente a su tío la americana o ayudaba a su tía a ponerse la mantilla, y con el que había de acompañarla partía gozosa, siendo completa su satisfacción la noche que, durante algún entreacto, la saludaba familiarmente cualquier poeta ramplón o se le acercaba un actor, por malo que fuese, a echarle cuatro requiebros.

Cuidad de mi hijo esta noche. Tened lástima de ». Capítulo XI Otro entreacto

Pues , esta Georgina, de que le hablaba, es muy complaciente con mi hermano, quien le paga en la misma moneda: como ya, le he dicho, Georgina Bacot trabaja en las Folies-Lyriques, por cuya razón mi hermano anda mucho entre bastidores, y allí se encuentra a menudo con la madre de Georgina, que fue también actriz en sus tiempos... y mi hermano nos contaba el otro día a mamá y a que una de estas noches pasadas había encontrado en la escena, durante un entreacto, a la madre de Georgina... Estaba mirando por el agujero del telón cuando de pronto se volvió a aquél y le dijo con voz llorosa... «Hay cosas que halagan a una mujer... ¿creerá usted, señor, que hay esta noche en la sala cuatro de mis antiguos amantes... y todos senadores

Cuando la princesa, una vez terminado el primer año de viudez, volvió resueltamente á su palco de la Opera, don Marcos la acompañó, quedando discretamente en el fondo, como el chambelán de una reina. Una noche, durante un entreacto, al pasar ella al antepalco, oyó cómo el coronel contaba á un viejo general francés amigo de la casa el combate de Villablanca.

Este creyó que la grave carita enrojecida de Raquel era un reproche a la inoportunidad de pararse a conversar con ellas, y se retiró en seguida. Al llegar al segundo entreacto iba a marcharse, descorazonado, cuando saliendo de la platea se dio de manos a boca con Castilla. Este le abrió los brazos con alegría, sin dejarle ir. Tengo que darte una explicación, le dijo, y pedirte otra.

Y el señor Baraton, que no quería perder una sola nota de la sinfonía, se detuvo repentinamente, diciendo: Comenzaré en el próximo entreacto.

Pasose el entreacto en vivos comentarios acerca del drama, que causaba favorabilísima impresión. Personas grandes se limpiaban los ojos con el dorso de la mano haciendo tiernos momos de llanto. ¡Cuidado que se necesitaba talento y sabiduría para escribir piezas así! Sólo era irritante lo de dejar al espía con vida, porque de fijo, en el acto próximo, iba a salir con alguna barrabasada gorda.