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«Pues a lo que íbamos, Almudena dijo la señá Benina, quitándose el pañuelo para volver a ponérselo, como persona desasosegada y nerviosa que quiere ventilarse la cabeza . Tengo un grave compromiso, y , nada más que , puedes sacarme de él. Dicermi ella, ... ¿Qué pensabas hacer esta tarde? En casa , mocha que jacer : lavar ropa , coser mocha, remendar mocha.

Luego volvió á la lectura, pero en su dormitorio, acabando por acostarse con el libro en la mano. Sonrió con una sonrisa que parecía una mueca al pensar que su fatiga nerviosa le había hecho tenderse en la misma postura de los muertos. Fué pasando las páginas, sin perdonar una sola línea, y sin embargo no podía decir qué es lo que estaba leyendo.

De las mangas de su sobretodo salían sus manos de dedos pequeños y morenos, que retorcían y golpeaban con nerviosa persistencia, y de un modo que indicaba la alta tensión de aquel hombre, los brazos tapizados de la silla en que estaba sentado delante de nosotros.

Mi pobre Luciana tenía los hermosos ojos llenos de lágrimas de cólera mientras lanzaba sus imprecaciones con risa nerviosa y un calor de despecho que denunciaba su humillación.

Pero algo había que hacer, si el otro no lo hacía espontáneamente; porque aquello no podía quedar así, en la situación de ánimo en que ella se encontraba. Antes lo necesitaba para satisfacción de su femenil curiosidad; entonces le era indispensable para curarse de aquella inquietud nerviosa que no admitía otra medicina y era un simple fenómeno de su ridícula enfermedad.

Ello era, que sin saber por qué, Ana, nerviosa, vio aparecer a don Álvaro como un náufrago puede ver el buque salvador que viene a sacarle de un peñón aislado en el océano.

Ana se le arrojó a los brazos, le ciñó con los suyos la cabeza y lloró abundantemente sobre las solapas de la levita de tricot. La crisis nerviosa se resolvía, como la noche anterior, en lágrimas, en ímpetus de piadosos propósitos de fidelidad conyugal.

Haz el favor, te digo... No quiero verte, no quiero oírte, ni me importa que me quieras o no. Si me quieres, rabia y rabia; mejor. Yo me reiré viéndote padecer. Con que lo dicho, déjame en paz. Tengo un sueño espantoso... ¿No ves cómo se me cierran los ojos?». Y era mentira. Lejos de tener ganas de dormir, estaba muy despabilada y nerviosa.

Esta accion de la cicuta indica una actividad terapéutica, que si es menor quizá que la que en otros tiempos se la ha atribuido, es mayor que la que hoy se la da generalmente; está indicada en las inflamaciones subagudas y de un carácter venoso y linfático, en los infartos glandulares, en afecciones espasmódicas, histéricas, hipocondríacas; en alteraciones gastro-intestinales y uterinas dependientes de una debilidad nerviosa con estancacion venosa abdominal.

Todo aquello, aunque a don Antonio «le estaba mal el decirlo», lo había dicho y repetido cuantas veces hablaba con la viuda de su antiguo principal. Y en cuanto a su muletilla «aunque le estaba mal el decirlo», gozaba el privilegio de poner nerviosa a doña Manuela, que tenía por tonto rematado a su antiguo dependiente.