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Se levantó, avisada por el instinto, no queriendo permanecer á la vista de la gente en aquella postura. Sus ojos enormes, inexpresivos, asustados, fueron mirando alrededor, sin reconocer á nadie. Al encontrarse un momento con los de Miguel parpadearon, suplicantes.

Pero bien pronto el silencio le pareció más temible que el ruido e hizo devolver la vida a la inocente máquina. Hacia la mañana, la fatiga fue más fuerte que todas las preocupaciones. Germana dejó caer sus pesados párpados, pero se despertó casi en el acto al ver que tenía las manos cruzadas sobre el pecho. Ella sabía que en esta postura se enterraba a los muertos.

Un ambiente de perfumes ingleses suaves y vagorosos, esparcidos con profusión, emanaba de sus ropas y de las ondulaciones de su cabello negro y brillante, que Gallardo se atusaba sobre las sienes, adoptando una postura triunfadora ante la femenil curiosidad. Para torero no estaba mal. Sentíase satisfecho de su persona. ¡Otro más distinguido y con mayor «ángel» para las mujeres!...

Batiste, solo bajo la parra, sin abandonar su postura de oriental impasible, mordía su cigarro, siguiendo con los ojos la marcha de la procesión.

Atendiendo a la figura de Cristo, pudiera creerse que el principal propósito del artista, ha sido hacer un estudio de desnudo de hombre, recio y fornido, pero la postura del niño, en cuya actitud y semblante hay verdadera y poética compasión, permite sospechar que sea un cuadro de encargo, inspirado por alguna familia piadosa.

Don Juan, fingiendo turbación, adoptó la postura más decente que pudo, como si estuviera en el salón de una gran señora. Frente a él Cristeta, recostada en un pequeño diván, se entretenía en hacer nuditos con el fleco de la pañoleta. El tío, como de encargo, no chistaba.

Debía de ser nuevo en el establecimiento. Esto, en vez de tranquilizarle, le obligó a cambiar de postura varias veces, abandonando por el momento su habitual majestad y languidez. ¿Puedes darme la navaja que han vaciado hoy? Allá va. Fernando alargó el brazo y Cosme recogió la navaja. Un vago deseo de levantarse nació en el espíritu de Pablito.

Nuestro joven procuró también adoptar una postura reflexiva metiendo las manos entre las rodillas, y bajando la cabeza, lo cual no le impedía levantar los ojos que, acostumbrados ya a la oscuridad, consiguieron al cabo distinguir las personas y los objetos.

Pues aunque Clementina desee mi muerte, yo la quiero lo mismo, con todo mi corazón. Para ella será cuanto tengo. El duque salió de la estancia furioso, bufando como un toro con banderillas de fuego, o como un actor a quien acaban de propinar una silba. D.ª Carmen permaneció inmóvil largo rato, en la misma postura que la había dejado, con los ojos clavados en el vacío.

Todos parecían estatuas, menos Octavio, que á menudo mudaba de postura haciendo rechinar la silla. Realmente, parece que han traído ustedes el buen tiempo consigo dijo al fin. Hoy es el primer día bueno desde hace lo menos quince. ¿De veras? dijo el conde, sin dejar de atender á los cristales.