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Belinchón estuvo tentado de mandar los padrinos a la redacción. Pero considerando que esto sería dar su brazo a torcer y aceptar lo que el artículo contenía de envenenado, prefirió no mostrarse aludido y vengarse también en la prensa.

La casualidad quiso, ahora tres días, que la hija de mi cliente tuviese noticias de la situación de usted: yo he creído ver, y aun he podido asegurarme para decirlo todo, que la niña, que por otra parte es bonita y está adornada de cualidades estimables, no vacilaría un instante en aceptar con la mano de usted, el título de Marquesa de Champcey.

Ahora continuó el italiano voy á tomar como «gobernanta» á Sebastiana, la de la estancia de Rojas. Esta casa exige una mujer inteligente que se encargue de dirigirla. Watson no quiso aceptar una segunda copa. Debía irse para que aquellos hombres hablasen de los trabajos por cuenta del Estado.

Verdad es que el escritor dramático que vive en Paris, que estudia la sociedad y la traduce en la escena, no encuentra á todas horas nobles tipos que retratar ... pero de todos modos las formas del diálogo, el público español, el público ingles, no las puede aceptar nunca. En España comprendemos de otro modo el teatro, será sin duda porque nuestra familia es otra.

¡Bendito país, donde la traición, el engaño y hasta el error tienen remedio! ¿Y quién te dice que yo sea capaz de aceptar eso? ¿Acaso no puedo quererle? ¿Al niño? Naturalmente; al fin, es hijo tuyo. No me has comprendido... repuso sin atreverse a concluir. ¡Calla, traidora! porque no respondo de . Y alzó tanto la voz, que ella hizo ademán de taparle la boca con la mano.

Evidentemente, hay en esto una flagrante contradicción. Para aceptar un matrimonio de este género era necesario que nos preparase a él una educación especial, la de otro tiempo. Entonces se formaban generalmente «tipos flácidoscomo dice el presidente Roosevelt, de esos tipos propios para recibir cualquiera impresión.

Fortunata no se atrevió a responder claro. Le parecía mucho lo que el eclesiástico proponía. Recortándolo algo se podía aceptar. «Puedo llegar a quererle con el trato...». Perfectamente... Porque es preciso que usted se fije bien en una cosa: eso de la ilusión es pura monserga, eso es para bobas.

Si no quería o no podía aceptar el ser suya, como él había esperado, la quedaba todavía otro camino: huir, desaparecer, pero sin renunciar a la vida. ¿No era ese el camino? Vérod se sentía vacilante asaltado por la duda, lleno de ansiedad. La eficaz virtud del ejemplo había iluminado y dado seguridad a su juicio respecto a los más graves problemas humanos.

Me resigno a abandonar momentáneamente Lavardens, porque Pablo quiere ser soldado, entrar en Saint-Cyr, y sólo en París encontraré los maestros y recursos necesarios para ello. Llevaré allá a los dos niños, que se educarán juntos, bajo mi vigilancia, fraternalmente. Podréis estar seguro de que no haré la más mínima diferencia entre ellos. Era difícil no aceptar una oferta como ésta.

Muy admirada, sin embargo, y aun enojada por el paso que aquél había dado, quiso no obstante dar algunas horas a la reflexión; más de una secreta repugnancia tuvo que vencer, pero, en fin, en la extremidad a que se veía reducida, ¿cómo no aceptar ese refugio, después de todo honroso, que le abría una mano afectuosa y fiel?