United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


He dicho a mi tío que el doctor Gastón a quien él ha hecho nombrar médico de palacio y que es uno de sus discípulos más queridos tenía que consultarle acerca del tratamiento que debía adoptar para con un cliente suyo; pero él, lejos de caer en la red me contestó: » Ya de quién se trata y no veo la necesidad de tal consulta.

Además, se presentaban en el Casino á primera hora, para ocupar los mejores sitios en las mesas, y luego cedían su silla á un jugador rico, cliente fijo, que las recompensaba con generosidad si le favorecía la suerte. Aún tuvo otros encuentros. Pasaron junto á él unas cuantas viejas, pero de una vejez incapaz de arrostrar el aire libre y la luz del sol.

Solía impacientársele el Inteleto a los postres, y tan pronto como Xuantipa se levantaba a fregar la loza, Belarmino se evadía furtivamente al Círculo republicano. Después, lo de siempre: irrupción violenta de Xuantipa, retorno aflictivo, este o aquel cliente, todos morosos, el óptimo Colignon, el pésimo Bellido, la imposible Felicita.

El microbio del tifus, por ejemplo, y el de la viruela, expulsados de todo el mundo, se han refugiado aquí, donde viven a las mil maravillas. Yo los he visto el otro día en el pecho de un enfermo que es cliente mío y a quien se los había llevado su médico. ¿De modo que se establece usted entre nosotros para siempre?

Algo extraordinario le ocurrió que acontecía, e interrogó al amanuense que con una presteza suma le contestó: Ha venido, doctor, un señor de edad, acompañado de una niña. Dijo que quería confiarle un asunto. Yo le dije que volviese a las doce y media. El amor propio le impidió abrazar al amanuense. ¡Un cliente! ¡Ya le parecía que la fortuna estaba en su mano!

Poco a poco, el señor Desmaroy olvida su dulzura convencional. Su mirada es la de un comisario cuando inspecciona las cosas que le enseña Boulmet, el cual, correcto en extremo, se mata por presentar a su cliente todas las antigüedades de la abuela. Esto, señor mío, es del siglo XIII... Esto del XIV... Tal cosa data del reinado de Luis XIV... Tal otra es del más puro Enrique II...

Aquel bribón empedernido fue menos sensible a la propina de cincuenta francos que al placer de haber conducido a su cliente a la victoria. ¡En verdad que me agrada la manera que tenéis de arreglar a las personas! le dijo al bueno de Ayvaz. Bueno es saber cómo las gastáis. Si alguna vez os piso un pie, me apresuraré a pediros mil perdones en el acto.

Había en las dos versiones tan diferentes un tal acento de verdad y de convicción, que los espectadores se miraban con extrañeza. El mismo forastero sonreía con un aire de incredulidad. En cuanto a Flores, no se daba cuenta de que, desde que el nuevo cliente se hallaba sentado en el sillón, no había cesado de pasar el dorso de la navaja por el mentón de aquel improvisado Salomón.

No tardó en llegar á la casa del cliente, la cual era un principal muy bueno, amueblado con mucho lujo y elegancia, con vistas á San Bernardino.

Cuando Barberau, su antecesor, se retiró no adónde, para vivir de sus rentas, un cliente recomendome a este, que se estaba literalmente muriendo de hambre. Llamó M. L'Ambert, y ordenó al ayuda de cámara, que se presentó al instante, que hiciera subir a Singuet, el nuevo portero. Acudió el hombre, y lanzó un grito de espanto al contemplar el rostro de su amo.