Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de mayo de 2025
Singuet, que lo quería bien, preguntole a qué pensaba dedicarse, contestándole él que buscaría trabajo. Al fin y al cabo, aquella forzada ociosidad le aburría demasiado. M. L'Ambert sanó de su coriza y alegrose de haber borrado de su presupuesto la partida correspondiente a Romagné. Ningún otro accidente vino a interrumpir después el curso de su dicha.
Romagné diole las gracias, con gesto no desprovisto de altivez, se bebió una botella de vino en la cocina, tomó un par de copitas con Singuet, y marchó tambaleándose hacia su antiguo domicilio. M. L'Ambert volvió a entrar en el mundo con éxito; casi podría decirse que con gloria. Sus testigos le hicieron la más estricta justicia diciendo que se había batido como un león.
Cuando Barberau, su antecesor, se retiró no sé adónde, para vivir de sus rentas, un cliente recomendome a este, que se estaba literalmente muriendo de hambre. Llamó M. L'Ambert, y ordenó al ayuda de cámara, que se presentó al instante, que hiciera subir a Singuet, el nuevo portero. Acudió el hombre, y lanzó un grito de espanto al contemplar el rostro de su amo.
Y dicho y hecho. Al día siguiente, cuando el pobre Romagné vino, todavía aturdido, a cobrar la pensión de la semana, lo echó a la calle Singuet, y anunciole que no harían nada por él en lo sucesivo. Encogiose de hombros el auvernés, a fuer de hombre que, sin haber leído las epístolas de Horacio, practica el Nil admirari por instinto.
El rostro de su portero inspiróle una idea luminosa. ¡Chinguet! gritó. El escuálido Singuet no se hizo llamar otra vez. Chinguet, te daré chien francoch chi me dichech la verdad; y chien puntapiech chi me ocultach alguna cocha. Singuet le miró con sorpresa, y sonrió con timidez. ¡Chonríech, dechalmado! ¿por qué? ¡Contechta encheguida!
Singuet elevó los ojos al cielo, pensando que su amo se había vuelto loco; pero M. L'Ambert, aparte de aquel maldito acento, gozaba de la plenitud de todas sus facultades. Interrogó por separado a toda su servidumbre, y se persuadió de su desgracia. ¡Ah, infame aguador! exclamaba, ¡ah, criminal! Echtoy cheguro de que habrá hecho alguna majadería.
Palabra del Dia
Otros Mirando