United States or Sri Lanka ? Vote for the TOP Country of the Week !


Una bota de cuero llena de vino circuló entre los frailes y el verdugo. Justo es decir que éste bebió el último; y como después de todo era bueno y humano, pasó la bota a través de los barrotes y la ofreció al gitano. Gracias, hermano dijo éste. ¡Por Cristo! ¡está usted muy aburrido! replicó el digno hombre ; pero, ya lo veo, usted me desprecia a causa de mi profesión.

Por la noche, los hombres de la gañanía contemplaron en silencio las manipulaciones de las dos brujas en torno de un puchero puesto a la lumbre, con ese respeto crédulo de las gentes del campo por todo lo maravilloso. La enferma bebió humildemente el cocimiento y recibió sobre el pecho el emplasto, manejado misteriosamente por las dos viejas, como si contuviese un poder sobrenatural.

Beba sin miedo... No hay disgusto que resista á esta medicina. El cocinero le ofreció un vaso; y ella, anonadada, bebió y bebió, contrayendo su rostro por la intensidad alcohólica del líquido. Seguía llorando, al mismo tiempo que su boca paladeaba una espesa dulzura. Sus lágrimas fueron cayendo en el brebaje que se deslizaba entre sus labios.

Después de beber «Brudeschaft» Hermandad con Polsikov, bebió con Troitzky, Novoselov y otros camaradas; cambiaba besos con todos y los miraba con ojos amorosos y tiernos. El subjefe no bebió «Brudeschaft» con él, pero le dijo amistosamente: Venga usted por casa alguna vez. Mis hijas verán con curiosidad a un hombre a quien le gustan las negras.

No la veremos ya con su carabina maja corriendo por el monte y por las eras, pero dende aquí en adelante las piedras que ella haya pisao, las fuentes en que haya bebió, las sombras en que hacía alto para descansar serán para nosotros sagradas como si allí hubiese puesto sus pies benditos la mesma Virgen del Carmen.

Es en bruto el concepto de Víctor Hugo... ¿te acuerdas?... en la «Oración por todos»... dijo Lorenzo, cuando al hablarle de la madre dice a su hija; más o menos, no me acuerdo bien: «que haciendo dos porciones de la vida, bebió el acíbar y te dio la miel».

Levantóse renegando Melchor, acabó de tragarse los dos últimos bocados de pan y queso, bebió agua, se limpió la boca con el revés de la mano, tomó su capa y su sombrero, y dijo á su mujer. ¿Conque á casa del señor Gabriel Cornejo? ; él os dirá, señor, cuánto puede dárseos por esta alhaja. Muchas gracias, señora, y adiós, y quedad en paz, que estoy de prisa. Melchor y don Juan salieron.

La mujer no es feliz más que vendiéndose; vendiéndose muy cara mientras es hermosa, arrancando al amor que compra, dinero para cuando sólo puede buscarse la caridad; ¡la caridad!... Y después de haber pronunciado con acento de blasfemia su última palabra, se bebió de un trago una copa de aguardiente. Pues usted, la dije con desprecio, no ha sabido, por lo que se ve, aprovechar sus buenos tiempos.

Aún exhala un viejo olor el cristal: guardó una flor que aún exhala un suave olor... Dió la flor una griseta y dejó su alma el poeta en la flor de la griseta. Una noche dolorosa robó la envidia la rosa en la noche dolorosa... Y dió fama a su bohemia el pobre. ¡Sangre y blasfemia dieron gloria a su bohemia! Volvió al "bar", pidió más vino, y, negro ya su camino, en el "bar" bebió más vino.

Romagné diole las gracias, con gesto no desprovisto de altivez, se bebió una botella de vino en la cocina, tomó un par de copitas con Singuet, y marchó tambaleándose hacia su antiguo domicilio. M. L'Ambert volvió a entrar en el mundo con éxito; casi podría decirse que con gloria. Sus testigos le hicieron la más estricta justicia diciendo que se había batido como un león.