Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de septiembre de 2024
Al mismo tiempo la hermandad Limosna de la luz pensó que su bienhechora influencia podía hacer algo mejor que poner velas en los altares, regalar casullas o vender ropa barata para el culto: podía ¡oh admirable hallazgo! ¡oh inspiración divina! regalar almas al Señor.
Esperad a que llegue vuestro padre y él dará a cada uno lo suyo. ¡Los lobos en el monte tienen más hermandad que vosotros! ¡Nacidos sois de un mismo vientre, y peleáis como fieras que por acaso se hallan en un camino! DON FARRUQUI
Tu madre se queda de vigilanta, no hay poder humano que la arranque de allí; pero lo más irritante es que adoptan el papel de víctimas, y dice Tirso que, abandonadas por tí, él procurará que las recojan... en fin, un secuestro en regla, sin que podamos hacer nada para evitarlo. Además, sería imposible encontrar juez que se atreviera a meterse con la hermandad o lo que sea.
Se trataba de seducir a su Ilustrísima para que fuese a honrar con su presencia el solemne reparto de premios a la virtud, organizado por cierto circulo filantrópico. El círculo se llamaba La Libre Hermandad, nombre feo, poco español y con olor nada santo.
A más de éstas, pueden citarse con elogio las que trabajó en mármol para dos altares del Sagrario y los dos soldados romanos que hizo para la hermandad de Jesús del Silencio.
La bella y santa idea de la Fraternidad humana en todas sus aplicaciones debe encontrar en el misionero evangélico su más entusiasta propagandista; y así es como este apóstol logrará llevar a los altares de un Dios de paz a un pueblo dócil, regenerado por el trabajo y por la virtud, al campo y al taller, a un pueblo inspirado por la idea religiosa que le ha impuesto, como una ley santa, la ley del trabajo y de la hermandad.
La hermandad de la porra no es tan antigua como el mundo, no; pero entradilla en años es. Busquemos, busquemos a ese infeliz me decía mi linda pareja . De modo que tengo que ir sola a casa... ¿Y qué voy a decir?... Y mi hermana e Inés ¿dónde están?... ¡Oh, señor de Araceli, más vale que se abra la tierra y me trague!
Esto no pasaba en Tablanca, donde no se sentía una mosca, ni tenían entrada aquellos personajes más que con su cuenta y razón. Daba gusto aquella hermandad de unos con otros, y aquel ayuntamiento sin deudas, y aquel vecindario sin hambre y bien vestido. Pues toda esta ventura acabaría con don Celso, si yo no me animaba a recoger los frenos que él soltaría de sus manos al pasar a vida mejor.
Quiso, digo, quitar a las galeras sus pies, poner en alboroto a la Santa Hermandad, que había muchos años que reposaba; quiso, finalmente, hacer un hecho por donde se pierda su alma y no se gane su cuerpo.
A Tirso le ha hecho, no sé quién, capellán de una cofradía, hermandad, o lo que sea, que llaman las Hijas de la Salve o la Limosna de la luz, no lo sé fijamente, y Tirso las lleva con mucha frecuencia a las fiestas de la iglesia: hay capillas privadas, como hay teatros caseros. Hasta aquí todo va bien; pero, de paso, ya sabes por qué dejan a don José solo las horas muertas.
Palabra del Dia
Otros Mirando