United States or Egypt ? Vote for the TOP Country of the Week !


No me extraña, porque está muy mal educada. Como todas las jóvenes de ahora. ¿Querrá usted creer, amiga mía, que esa chica no quiere casarse? ¿Es posible?... No me gustan nada tales ideas... ¿Y es seria esta farsante? No lo creo. Ya decía yo... Habrá probablemente algún oficial bajo cuerda... Estaba yo tan indignada que me quedé incapaz de todo esfuerzo de voluntad.

Este le tomó y dijo: Pues es necesario agradecerte el sacrificio que haces por , hermano, porque los embuchados te gustan mucho, razón porque te los sirven todos los días tus dos cocineros Montiño y Lerma. ¡Ahah! ¡acometedor vienes hoy! dijo el rey riendo algo sucede, de seguro. Sucede, que no sucede nada.

Cuando gustan de música á la mesa ó en los convites, cantan con flautas y bailan los indios, con tanta destreza, que los cristianos estaban maravillados de verlos: en lo demas son como los indios antecedentes.

Los hombres son tales, que aun la doctrina mas sólida no la reciben si no les da gusto, y por eso conviene de tiempo en tiempo vestirla con los adornos del siglo, pues que de ellos solos gustan los que no aman la verdad por ella misma, sino por los atractivos con que anda vestida. El exemplo de SANTO THOMAS, que lo hizo así, puede ser norma á todo Teólogo.

¡Qué cosas tiene usted! ¿Qué puede importar eso? ¿No lo gustan á usted las mujeres si no son de un color determinado? Con los tintes no se puede hoy saber si una cabellera es natural. ¿Quiere usted saber mi opinión? Pues creo que Jenny es naturalmente morena, pero que debe haberse pintado de rubio en otro tiempo...

Fadrique dijo: Todas esas cosas que decís son por cierto de mucho entretenimiento, mas el mayor del mundo es el emplear el hombre el tiempo en lo que es de su gusto, y hay personas que no gustan de las cosas que decísAsí que abandonan el teatro sale la Fortuna, dama que en vez de pies tenía dos ruedas y alas en las manos, que recita el prólogo y se retira.

¿Pero será cierto que se gustan? preguntó la joven artesana, oyendo a su compañera expresarse tan claramente. ¡Chica, yo no ! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de su casa, y que muchos días desde la ventana de mi cuarto los veo correr uno tras de otro por el jardín de Montesinos jugando al escondite... Tanto, que se lo he dicho. ¡Se lo has dicho! exclamó la otra, estupefacta.

Son tonterías de la juventud... cuestión de amores, contestó ruborizándose un poco. Pues cuente V. esas tonterías. Me muero por ellas: no lo puedo remediar, me gustan más esas cosas que la reforma de la ley Hipotecaria de que V. me habló ayer. No soy poeta, D. Ramón; soy crítico.

Déjala... Yo te acompañaré adonde quieras. No faltaría más...; ¡ir sola, de noche, por esas calles! En Madrid hay mucho atrevido. Te lo digo con franqueza, porque yo no soy ningún anacoreta. A los pícaros españoles nos gustan tanto las hembras bonitas... No, hija, no. No puedes andar sola de noche. Estás cada día más guapa, y por dondequiera que vas llamas la atención.

A no me gustan los colores claros. ¡Ah! mira: aquí tienes y escondía algo con las dos manos cerradas detrás de su espalda , aquí tienes, y no te lo vas a quitar nunca, aunque se nos enoje doña Andrea. Cierra los ojos.