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Actualizado: 1 de mayo de 2025
No se sabe el año, en que nació este famoso poeta; pero ateniéndonos á los datos suministrados por Moratín, y dando entero crédito á la conciencia con que escribe, lo cual hace suponer que bebió tales noticias en buenas fuentes, puede fijarse la época de su aparición en el año de 1544.
Lloró con los ojos cerrados. La vida volvía entre aquellas olas de lágrimas. Oyó la campana de un reloj de la casa. Era la hora de una medicina. Era aquella tarde el encargado de dársela Quintanar y no aparecía. Ana esperó. No quiso llamar y se inclinó hacia la mesilla de noche. Sobre un libro de pasta verde estaba un vaso. Lo tomó y bebió.
Gallardo, animado por el ejemplo, comió, y sobre todo, bebió mucho, buscando en los varios y ricos vinos un remedio para aquella cortedad, que le hacía permanecer como avergonzado ante la dama, sin otro recurso que sonreír a todo, repitiendo: «Muchas grasias.» La conversación se animó.
Bebió a grandes tragos el veneno de la herejía sin percibir su sabor, con la esperanza de que al agotar el vaso quedaría perfectamente tranquilo, seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ¡ay! no sucedió así. Al cabo de algunos meses la duda levantó su cabeza hedionda en su espíritu atribulado.
Una cosa es hablar, acompañar, animar, y otra.... Por lo menos así pensaba Borrén, que más tenía de sandio rematado que de perverso. Y no obstante su flaqueza, no supo resistir a la segunda ojeada, coercitiva al par que suplicante, de su amigo. Bebió la hiel hasta las heces, y echó tras la Comadreja pisando aturdidamente coles y maíz tierno.
Tan triste y abatido le dejó el relato, que para confortarse un poco bebió contra su costumbre, y le hizo daño. Entre el excusador y Celesto le llevaron a casa. Por la mañana al despertarse no recordaba nada de lo que había pasado en la taberna. Pero sí recordó con terrible claridad la situación en que sus imprudentes galanteos habían colocado a la pobre Rosa.
Este chico anda tonto... yo no sé lo que tiene; parece que no está en este mundo.... ¡Oh, maldita Regenta! ¡Esa mala pécora me lo tiene embrujado! Al mes siguiente se celebró la segunda sesión de la Innominada; se bebió, se emborracharon los que solían y se dio cuenta de los trabajos de propaganda.
Se puso el sombrero, que se le había caído, bebió una caña de manzanilla, y acto continuo se despidió, sonriendo, de sus amigos: A la paz de Dios, señores. De aquí a luego. Así que salió reinó un silencio embarazoso. Los semblantes expresaban mal humor e inquietud, incluso el del conde, quien me dirigió una mirada fría de curiosidad donde creí advertir también cierta conmiseración burlona.
Entonces se le ocurrió la idea de apresurar su curación ingiriendo una buena cantidad de yodo sin permiso del doctor. Preparó el aparato, lo aproximó a su cama y bebió ávidamente el vapor violáceo, con alegría; no experimentaba disgusto ni fatigas; aquello era la vida que entraba a borbotones en su cuerpo.
Luego se resignó y bebió agua, bajando la boca hasta la superficie del remanso.
Palabra del Dia
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