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Mas este algo podrido, esta charca hedionda, desbordada siempre por la desvergüenza propia y la cobardía ajena, mezclándose con el agua pura y comunicándole en apariencia sus impurezas, habíala ella estancado en casa de la Albornoz; y al quedar deslindados los campos, la lógica de los números metió la mano inexorable dessus du panier del gran mundo y sacó tan sólo catorce mujeres perdidas, por ciento veinte mujeres honradas.

Como me inspiraban dolor y lástima, las trataba siempre con benignidad. Convengo en que la prostitución es una grande y hedionda úlcera. Pero, ¿qué culpa tiene la úlcera por pertenecer a un cuerpo corrompido, cuyo es manifestación franca y fatal resultado? Donde todo está prostituido, la prostitución femenina casi es loable, porque es un síntoma claro.

Hase observado en estos médicos que después de recibido el Santo Bautismo, por mucho que hacen no pueden vomitar una materia sucia y hedionda como antes lo hacían todas las veces que chupaban algún miembro del enfermo, dándose el demonio por desobligado de mantener el pacto implícito que con ellos tenía, porque explícito y cierto no tenían ninguno.

Bebió a grandes tragos el veneno de la herejía sin percibir su sabor, con la esperanza de que al agotar el vaso quedaría perfectamente tranquilo, seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ¡ay! no sucedió así. Al cabo de algunos meses la duda levantó su cabeza hedionda en su espíritu atribulado.

El agua saltaba en las fuentes y corría por los pilones murmurando; oíanse alegres voces de niños en lo interior del edificio; gorjeos de ruiseñores y jilgueros en los árboles, y más allá, pasada la verja, ni niños, ni agua, ni flores, ni pájaros... Una llanura estéril, un pueblo de barracas; y allá en el horizonte, lejos, lejos, Madrid, la corte de España, asomando sus cúpulas y sus torres entre esa neblina que pone más de relieve la limpidez de la atmósfera, esa especie de vaho que se levanta de las grandes capitales, semejante a las emanaciones de una hedionda charca.

A las cinco marchamos, hasta las ocho y media que hicimos alto en la Laguna de Palantelen, habiendo caminado cinco leguas por el rumbo del NNE 5 grados N. La laguna es accidental, de poco fondo, el agua gruesa, salada y hedionda, por efecto de la porcion de animales que aquí se hallan muertos. Es menester cavar para beber.

Yo conozco esas lágrimas y juro que son de penas hondas... A veces, cuando el cielo está sereno y la noche reposa, levanto al firmamento la mirada y pálidas las veo y ojerosas...! ¿Hay penas allá arriba? Y si penas no hay, ¿por qué sollozan? ¡Las estrellas son almas que vivieron errantes y azarosas, informando unos cuerpos de materia podrida y hedionda...! Marzo, 1916. Contemporánea. A ESPA

Y al tener de repente la visión clara de su desgracia, al pensar en el pobre Pascualet, que á tales horas estaba aplastado por una masa de tierra húmeda y hedionda, rozando su blanca envoltura con la corrupción de otros cuerpos, acechado por el gusano inmundo, él, tan hermoso, con aquella piel fina por la que resbalaba su callosa mano, con sus pelos rubios que tantas veces había acariciado, sintió como una oleada de plomo que subía y subía desde el estómago á su garganta.

Desconfiada, sin embargo, porque la idea de que su prodigio, su ídolo, fuera a caer en la cueva hedionda de los Vargas la horrorizaba, no quiso llevarla más a bailes, pero esta determinación, fácil de realizar dada la docilidad de la niña, parecióle muy poco, y día a día, ella y don Bernardino, renovaban sus catilinarias contra la odiada familia.

Poco importa la forma; no hay ninguna sobre la tierra que sea hermosa o hedionda para mi: que aquel que entre vosotros este dotado de mas poder, tome el aspecto que le convenga. Yo lo espero. Miradme. Mi corazon se halla destrozado.