Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de julio de 2025


En este año fué procesado Martín de la Cruz pastelero que vivía en la Puerta del Arenal, al Cantillo de la Mancebía, porque se le averiguó que empleaba en sus pasteles carne hedionda unas veces y otras en vez de vaca puerco ó carnero. Celebró esta ciudad con mascaras, procesiones y otros regocijos la gran victoria de Lepanto.

La gente sin ventura zaratina, Que digimos estaba rancheada, La muerte cada paso por vecina Tenia con la vida muy tasada. Seis onzas dan escasas de harina Hedionda, sin virtud, y mal pesada: Así se v

Mataron muchos los marineros por su cuero, que la carne es hedionda, y casi toda grasa sin magro. El Padre Cardiel tuvo la curiosidad de medir algunos, y eran los mayores como vacas de tres años: la figura es de los demas lobos marinos; cabeza y pescuezo como de terneros, alones por manos, y por pies dos como manoplas, con cinco feos dedos, los tres con uñas.

"El diablo es el heroe de esta pieza: el autor no le ha concebido como una fantasma hedionda, tal como se acostumbra a representarle a los ninos; ha hecho de el un malvado por escelencia, acerca de quien todos los malos, y el de Gresset en particular, no son sino novicios, apenas dignos de ser los criados de Mefistofeles.

Antiguas decoraciones de teatro, lienzos gruesos con manchas de color en las que se columbraban restos de palacios y frondosos bosques, servían de cortinas y tabiques a estas tiendas de la miseria. El suelo era de guijarros desiguales, que de trecho en trecho se hundían en el fango, desapareciendo bajo los arroyos de agua negra y hedionda.

Allá por el mes de agosto, un indígena, a quien él curaba de un terrible dolor en los huesos, fue compelido en Huancavelica a trabajar en la mina que llaman La Hedionda. El Caballero Trágico quiso ponerse en su lugar y, disfrazado de salvaje, pasaba todos los días más de cinco horas en las entrañas de la tierra.

En la advertencia se acredita la verdad con que el consabido Salazar decía: «hay en esta ciudad una fuente ó dos, que se llaman bombas, cuya agua, ni la lengua ni el paladar las querían gustar, ni las narices oler, ni aun los ojos ver, porque sale espumeando como infierno y hedionda como el diablo». Dicho esto, completaremos la pintura que de la nao hacía el chistoso Iegista.

Mas ahora, la muerte se le presentaba de modo mucho menos simpático, lívida, descarnada, hedionda, empuñando en sus huesosas manos la guadaña fatal apercibida a segarle el cuello; era la muerte sin consonantes ni ripios, totalmente desnuda de galas retóricas.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando