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El duque ha tomado por fin mi consejo dijo el general ; se ha separado de la vida pública. Todas las personas de importancia deben en estos tiempos retirarse a sus tiendas, como Aquiles. Pero tío dijo Rafael , ese es el modo de que todo se lo lleva la trampa. Dicen continuó la condesa que el duque se ha dedicado enteramente a la literatura. Está componiendo algo para el teatro.

Dos horas de marcha por la orilla del Aveyron los llevaron al campamento de la Guardia Blanca, formado por unas cincuenta tiendas, y entre los primeros en acudir á su encuentro figuraba un jinete ricamente vestido, que saludó al barón con entusiasmo. ¡Por fin! exclamó estrechándole las manos. Más de un mes hace que os esperamos ansiosos, señor de Morel. ¡Bienvenido seáis! ¿Recibísteis mi carta?

Si la daba una torta, ella le devolvía tres; y era inútil que al regresar de la busca se comprase en las tiendas del Estrecho una buena vara de fresno o cortase un palo espinoso en cualquier vallado: equivalía a proporcionar armas al enemigo, pues la Borracha acababa por cogérselo, arreándole con él para que saliese de la taberna.

Todas las circunstancias eran buenas para atropellar a las gentes de «la calle». Cuando los payeses tenían agravios con los nobles y bajaban los foráneos en bandas armadas contra los ciudadanos de Palma, el conflicto se resolvía asaltando unos y otros el barrio de los chuetas, matando a los que no huían y robando sus tiendas.

El barrio opulento, donde tiene sus grandes y lujosos almacenes el comercio, es el del lado occidental, comprendiendo principalmente las calles magníficas de High y Oxford, en cuyas innumerables tiendas se encuentra reunido cuanto la civilizacion de Europa y el comercio del mundo pueden producir.

No nos hagamos ilusiones, mi pobre cura; a pesar de vuestra admiración por ciertos vestidos míos, he llegado aquí hecha un mamarracho, un mamarracho horrible. «¡Cuán agradable cosa es una ciudad! Me he extasiado y maravillado ante las calles, las tiendas, las casas, las iglesias, y Blanca se ha reído de mi, porque ella llama a V * una bicoca. ¡Qué diría del Zarzal!

La victoria fué devolviendo lentamente á la capital su antiguo aspecto. Una calle desierta semanas antes se poblaba de transeuntes. Iban abriéndose las tiendas. Los vecinos, acostumbrados en sus casas á un silencio conventual, volvían á escuchar ruidos de instalación en el techo y debajo de sus pies.

Las calles, los tramways, los teatros, las tiendas y almacenes lujosos, las jugueterías, las joyerías, las, iglesias, no era extraño que me arrastraran hacia ellas con fuerza invencible y que no tuviera ojos ni oídos para observarlas y asombrarme: era que todo me llamaba, todo me atraía.

5 ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! 6 Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como árboles de sándalo plantados por el SE

En las inmediaciones no había otros comercios que joyerías, sucursales del Monte de Piedad y tiendas de sombreros para mujeres.