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19 Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis hollado. 20 Por tanto, así les dijo el Señor DIOS: He aquí, yo, yo juzgaré entre la oveja gruesa y la oveja flaca, 21 por cuanto empujasteis con el lado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las flacas, hasta que las esparcisteis fuera.

En fin, que era un pájaro gordo venido á menos. Don Joaquín decía su gruesa mujer, que era la primera en sostenerle el tratamiento nunca se ha visto como hoy; somos de muy buena familia. La desgracia nos ha traído aquí, pero hemos «paleado» las onzas.

Entonces se diseñaba la estructura poderosa de sus miembros, su pecho levantado se ensanchaba como si fuera a hacer estallar la gruesa capa gris que lo encerraba dentro de sus pliegues.

¡Mira Amparo, tan adelantada en meses, y cómo ella trajina! Es el demonche. Ella sola levanta la piedra contestó Ana, con la reverencia de los débiles hacia la fuerza física. Mas la primera piedra era enorme: una losa de un metro de longitud y gruesa y ancha a proporción, y constituía un problema de dinámica al trasportarla sin auxilio de máquina alguna.

En el aguaducho, cargado de vasos, descollaban el fanal de los azucarillos y la botija con espita, tras cuya gruesa panza se ocultaban el tarro de las guindas y la bandeja de los bollos, en tanto que la aguadora, dando conversación a un guarda, fregaba en el lebrillo las cucharillas de latón.

¡Ah, excelentísimo señor! exclamó el alcalde inclinándose hasta el suelo y apreciando al mismo tiempo, por el tacto, que la sortija tenía una gruesa piedra. Si alguien tiene noticia de que me habéis encontrado, os pesará. Descuide, descuide vuecencia, que no lo sabrá nadie. Quedad, alcalde, con Dios. Dios vaya con vuecencia. El duque se alejó y el alcalde permaneció por algunos segundos inmóvil.

Era una antigua payesa que aún conservaba el traje de su pueblo: jubón obscuro, con doble fila de botones en las mangas; falda clara y rameada, y cubriendo su cabeza el rebocillo, blanco velo sujeto al cuello y al pecho, por debajo del cual se escapaba la gruesa trenza que llevaba postiza y muy negra rematada por largas cintas de terciopelo.

El agua de las fuentes del puerto de San José no es tan fina como la de este rio, que es muy superior á aquella, aunque algo gruesa: es agua potable y muy sana; esto lo acredita la experiencia, pues al principio de la expedicion, habiendo asaltado el escorbuto á nuestra gente, todos los que entraban en el hospital no salian sino para la sepultura.

Aquí se oyó la gruesa voz del fraile, con entonación casi iracunda: No es por encontrarnos bien por lo que nos quedaremos un tiempo en vuestra casa, joven duque, sino para cumplir un designio de Dios.

El caballo, espantado, saltó la valla; una flecha silba a mi lado; después, una piedra me da en el hombro, otra en los riñones, otra hace blanco en el anca del animal, y otra más gruesa, me rasga la oreja. Agarrado desesperadamente a las crines, arqueado, con la sangre goteando de la oreja, galopé en una carrera furiosa, a lo largo de una calle negra.