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Pero se transparentaba bajo aquella tranquilidad algo de doloroso: se comprendía que la careta la hacía daño. ¿Con que hasta tal punto me había olvidado usted me dijo sonriendo que no me ha reconocido? Se ha transformado usted de una manera completa le contesté. Creo que quien se ha transformado es usted. ¡Yo! no por cierto, siempre el mismo, se lo juro a usted.

Transcurrido un instante, dirigió a su compañera sus ojos azules con una expresión angelical, de los que exhalábase una mirada que decía, sin duda alguna: Te juro que no te comprendo. La contestación fue una carcajada, que traduje de esta manera: ¿? pues no te creo.

La estimación entre dos personas, por algo ha de empezar; y por cierto que no siempre este algo es de tan buena ley como el que ha engendrado la amistad con que me honra la hija de don Alejandro Bermúdez. Pues le juro que temo enturbiarlo si insisto en esclarecerlo.

Entonces juró que se tragaría aquellas palabras: ya estaba conseguido. Por lo demás ¡qué amor ni qué calabazas! Nunca había estado enamorado de María Huerta ni pensaba estarlo.

"Caballero, mira que el prisionero que en la prisión pierde el ánimo, aventura el derecho de la libertad..." Diana, pág. 307 b. Sobrentendido 'juro', como en la nota 16. Este verso no consta. 'de Lora'. Parte XIII. A diferencia.

Llegó a Madrid no hace mucho tiempo con un barbián... creo que tratante en fusiles. ¡Traían un tren, chico!... La vi una noche... Te juro que daba el puro opio. Parecía del propio París... Pero yo no lo que pasó, ¡narices!

32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: Júrame hoy en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 1 Y hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que fue en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar.

Estoy harto de decírselo todos los días. Y nada; como si se lo dijera a este mármol. Señores, yo les juro que he examinado una por una todas las cifras, y créanmelo, parece mentira que ese buñuelo haya salido de las oficinas de Hacienda. Pero nada... no lo quieren entender».

El tío Manolillo puede ser que, por un interés que aún no podemos conocer, haya querido haceros creer que ese caballero ama á esa comedianta. No es posible habiéndoos visto á vos. A no ser que de tal modo le hayáis descorazonado... Yo no podía obrar de otro modo... y no me pesa, porque yo dominaré este amor que se me ha metido por el alma; le dominaré, os lo juro.

Olvidó, sin embargo, dispensar el mismo agasajo á una señora llamada D.ª María de Ulloa, gallega, según dicen, de nacimiento, y amiga, según cuentan, de Fonseca; y resentido por aquella exclusión, casual ó intencionada, el caballero, dice la tradición, juró que la dama había de poseer el mejor palacio de Salamanca. El palacio, con efecto, se construyó, y la tradición quedó unida á su fábrica.