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Aquí puede usted hacer lo que le da la gana... Yo no le contesté . Usted. Usted puede hacer aquí lo que le la gana, y con usted, pueden hacerlo el Sr. La Chica y otros cuantos señores; pero yo, no. No hay posibilidad de que todo el mundo haga nunca lo que le la gana, y si ustedes hacen su gana de ustedes, es sencillamente porque una buena cantidad de señores no podemos hacer la nuestra...

Ahora hay que conquistar la blusa, y yo cuento con usted...» Aquel hombre no me daba arriba de dos o tres duros por artículo, y yo le contesté sin gran entusiasmo: «El termómetro le decía marca quince grados bajo cero.

El caucho es la crema del jugo o leche de todos estos árboles, arbustos y plantas parasitarias; no la savia, que es cosa diferente en el laboratorio de la naturaleza. Escriba el discípulo veinte preguntas sobre este capítulo y conteste a las mismas.

Deja a ese hombre..., no hables de lo que no me interesa. ¿Conque antes decías que los tenderos de la calle de la Sal martirizaban a la chiquilla...? , señora, mucho. Me desgarraba el corazón contesté sin cuidarme de disimular los sentimientos de mi alma. Era natural que te interesaras por la desgracia. Es que yo había conocido a Inés antes de que a tal casa fuera.

Contesté al almirante que tendría presente todas sus recomendaciones de reserva, y que en cuanto á los abusos de los soldados, ya se habían dado las órdenes convenientes sobre el particular, haciendo al almirante igual advertencia con respecto á nuestros soldados. LA COMISIÓN ESPA

Halagó mi amor propio declarando que ella habría deseado que yo hubiera sido nombrado su secretario, a lo cual le contesté agradeciendo su cumplido, pero afirmando que semejante cosa no hubiese sido nunca posible. ¿Por qué? me interrogó. Porque usted me ha dicho que el tal Dawson viene aquí a ocupar ese puesto por derecho propio.

El libro escogido fué LA BARRACA, é interesado por su lectura, el señor Hérelle casi perdió su tren. Volvió á escribirme, y tampoco contesté, acaparado por los accidentes de mi vida de propagandista. Pero Hérelle, tenaz en su propósito, repitió sus cartas. «He de contestar á ese señor francés me decía todas las mañanas . De hoy no pasa

Al oír aquella voz, Lacante abrió los ojos, la miró largamente, como si volviera de una región lejana y quisiera penetrarse del sentido de las palabras. Después, sus labios rígidos pronunciaron con lentitud: , quiero. Elena se volvió hacia . Ya lo ha oído usted... ¡Hágalo usted cristiano, Máximo! Yo contesté con toda sinceridad: No soy digno.

Después, haciendo el saludo militar, dijo: ¿Me sería permitido preguntarle a usted su nombre? Mi opinión, señores míos contesté sonriéndome, es que habiendo tomado ustedes la iniciativa en este encuentro, les toca también comenzar por decirme sus nombres. El joven se adelantó con faz risueña. El coronel Sarto dijo presentando a su compañero.

Siempre solía usted decir eso cuando estaba en el colegio. Lo era, hablándole con sinceridad contesté abiertamente. Por cierto. Ustedes los hombres nunca tienen indulgencia con una niña, ni le conceden nada.