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Allí me recosté, púseme la careta para poder dormir sin excitar la envidia de nadie, y columpiándose mi imaginación entre mil ideas opuestas, hijas de la confusión de sensaciones encontradas de un baile de máscaras, me dormí, mas no tan tranquilamente como lo hubiera yo deseado.

Pero sábelo, bandido, canallita, golfo presumido, sosaina: Feliciana tiene la desgracia de haberse chalao por ti; Feliciana te quiere; pero es mujer, y calla, y se le corrompe la sangre al ver que este burro, o no lo conoce, o es un ladrón que se divierte fingiendo que no se entera. Detrás de la careta sonó un suspiro.

Una careta vieja de cartón o un trapo con agujeros para los ojos era lo único que distinguía a las máscaras en aquel mundo donde todos parecían igualmente disfrazados. En medio de las callejuelas, junto a las puertas y en el interior de los corrales, veíanse montones de papelillos de color mezclados con la basura.

Perales, el imitador de Calvo, saludaba con modesto ademán algo sorprendido de que se le aplaudiese en escena que no era de empeño. ¡Mire usted el pueblo! dijo un concejal de la otra bolsa, volviéndose a Foja, el ex-alcalde liberal. ¿Qué tiene el pueblo? ¡Que es un majadero! Aplaude la gran felonía de arrancar la careta a un enmascarado....

¿A las máscaras? No hay remedio, tengo un coche a la puerta. ¡A las máscaras! Iremos a algunas casas particulares, y concluiremos la noche en uno de los grandes bailes de subscripción. Que te diviertas; yo me voy a acostar. ¡Qué despropósito! No lo imagines; precisamente te traigo un dominó negro y una careta. ¡Adiós! Hasta mañana. ¿Adónde vas?

Precisamente la certidumbre de que Sorege no hablaba nunca con franqueza era lo que alejaba de él á Tragomer, el cual decía con frecuencia á Freneuse cuando éste le acusaba de su alejamiento: ¡Qué quieres! ¡No lo puedo remediar! No me gusta nada ese joven. Cuando estoy al lado suyo me parece que tiene puesta una careta.

Mientras las razas heroicas de la América del Norte perecen de hambre y de miseria, las razas perezosas y afables de la Oceanía se consumen, con gran vergüenza de nuestros navegantes que allí, al extremo del mundo, arrojan la careta de la decencia, no conteniéndose más.

Ya entiendo, ya.... ¡Hombre, si es cierta esa maldad que no puedo convencerme, que se me atraganta , aún sería poco para el traidor el castigo de Judas! Pero usted, santo, ¿por qué no le atajó? ¿Por qué no avisó? ¿Por qué no le arrancó la careta a ese pillo?

El oxistomo fabrícase una careta, una visera y vuela entre tinieblas. El birgo, llegada la noche, abandona el mar, merodea, se encarama hasta en los cocoteros, y come frutas si no encuentra cosa mejor. Las dromias se disfrazan con el traje de un cuerpo extraño.

Pero se transparentaba bajo aquella tranquilidad algo de doloroso: se comprendía que la careta la hacía daño. ¿Con que hasta tal punto me había olvidado usted me dijo sonriendo que no me ha reconocido? Se ha transformado usted de una manera completa le contesté. Creo que quien se ha transformado es usted. ¡Yo! no por cierto, siempre el mismo, se lo juro a usted.