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Subí lo que me faltaba, púseme junto a Chisco y miré... Tenía razón el espolique: era mucha la tierra que había que pisar por aquel lado. ¡Pero qué tierra, divino Dios!

Ya lo , mi niña, ya lo ... Me han hablado de que usted y el gringo van siempre juntos á caballo por esos pagos, y no pasa día sin que se encuentren... Si alguna vez se dan un beso, busquen un lugar donde nadie los vea. Mire que la gente de aquí es muy habladora y no quiere otra cosa.

Mientras me hablaba, miré emocionado ese saloncito de papel claro, que hacía mucho tiempo que no había visto y donde he pasado ya tan hermosas horas. Todo estaba igual.

El pobre hombre se quedó hecho una estatua al oir la proposición. «Señor, le dijo, mire V.S. que vengo desde más allá de Becerrilejo; que traigo ocho de familia y cuatro caballerías para ellos y para los equipajes; que he pagado adelantado el alquiler de la bodega, y he gastado mucho en colocar la tramoya que V.S. está viendo.

Tales prendas, blanquísimas, adornadas con bordados y encajes, zahumadas con espliego, templaditas al sano calor de la camilla calor doméstico si los hay las tenía el capellán muchas veces en el regazo, mientras la madre, con la niña tendida boca abajo sobre su delantal de hule, pasaba y repasaba la esponja por las carnes de tafetán, escocidas y medio desolladas por la excesiva finura de su tierna epidermis, las rociaba con refrescantes polvos de almidón y, apretando las nalgas con los dedos para que hiciesen hoyos, se las mostraba a Julián exclamando con júbilo: ¡Mire usted qué monada..., qué llenita se va poniendo!

Esta revelación hizo vacilar un momento la ira de doña Lupe. ¡Era económica!... El joven sacó la hucha, y mostrándola a su tía, reveló el suceso como la cosa más natural del mundo, reproduciéndolo a lo vivo. «Mire usted, cogí la hucha vieja, después de traer esta, que es enteramente igual.

Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. 9 Y me dijo: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Y entré, y miré, y he aquí imágenes de todas serpientes, y animales; la abominación, y todos los ídolos de la Casa de Israel, que estaban pintados en la pared alrededor.

Allí me tiene todos los primeros de mes, como un perro de presa... Mil duros me tiene allí, y no le cobro más que veintiséis todos los meses. ¿Que se atrasa? «Hijo, yo tengo un gran compromiso y no te puedo aguardar». Cojo media docena de capas, y me las llevo, y tan fresco... Y no lo hago por el materialismo de las capas, sino para que mire bien el plazo. Si no hay más remedio, señora.

Entonces el capitán inglés nos habló con su bocina y nos dijo... ¡pues mire usted que me gustó la franqueza!... nos dijo que nos pusiéramos en facha porque nos iba a atacar. Hizo mil preguntas; pero le dijimos que no nos daba la gana de contestar.

Quedeme estupefacto mirándole, y pensando después que era una broma, dije con malos modos: Yo no conozco a esos señores ni cómo se atreven... Pero Gloria me tiró de la manga, diciéndome: Bebe. La miré sorprendido. ¿Hay que beber? , hombre, ; bebe. Hice como me mandaba, apurando una caña, y luego dije: Deles usted las gracias.