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Actualizado: 22 de septiembre de 2024
En Petrópolis, cuya poblacion apénas llega á 200 habitantes, tiene un lindo palacio el emperador y allí pasa generalmente los meses de diciembre, enero y febrero, que son los de mas calor. Para los viajeros hay dos hoteles regulares, el de Oriente y el Ingles: hay algunos paseos y caballos de alquiler.
Era un tren el suyo de escasos viajeros: un simple coche-dormitorio que por la línea de cintura iba a unirse con el expreso de Portugal en la estación de las Delicias. Cerca de la entrada vio algunos mozos que venían hacia él para apoderarse de sus maletas, y un coche de alquiler inmóvil, con el cochero soñoliento y el caballo husmeando el suelo.
El valeroso hidalgo vivió muchos años, muchos; llegó a alcanzar el gobierno de don Luis, el nieto de Colón, y su madre la virreina gobernadora... A la hora de la muerte, al redactar en Valladolid su heroico testamento, declaraba con amargo orgullo que, pudiendo ser por sus trabajos el más rico hombre de la isla si los descendientes del Almirante hubiesen cumplido sus promesas, era el más pobre de ella, pues no tenía ni una casa en que vivir sin pagar alquiler.
Mi señora y yo le hemos ayudao mucho... La salida fue triunfal. La muchedumbre se abalanzó sobre Juanillo, como si fuese a devorarlo con sus expansiones de entusiasmo. Gracias que estaba allí el cuñado para imponer orden, cubrirle con su cuerpo y conducirlo hasta el coche de alquiler, en el cual se sentó al lado del novillero.
En landó de alquiler va una familia extranjera mirando a todas partes ansiosa de color local, armada de paraguas y gemelos; y en su victoria, alta la frente y provocativa la mirada, descuella la hermosura alquiladiza de alguna pecadora que, al sentarse en delantera de grada, será acogida con expresivo vocerío. De pronto todos miran hacia un mismo sitio.
Este es el rinconcito que yo anhelaba, un rinconcito perfumado y cálido, a mil leguas de los periódicos, de los coches de alquiler, de la niebla. ¡Y cuántas lindas cosas me rodean! No hace más de una semana que me he instalado aquí, y tengo llena ya la cabeza de impresiones y recuerdos.
Toma lo que quieras. Es para Guillermina. Mamá le dio dos, y le falta un pico para poder pagar mañana el trimestre del alquiler del asilo. Contestole el Delfín apretándole con mucha efusión las dos manos y arrugando el billete que estaba en ellas. En cuanto Guillermina pescó lo que le faltaba para completar su cantidad, dejó la costura y se puso el manto.
Bajaba sola y vestida de luto de un coche de alquiler, en el bulevar de los Molinos, frente á la iglesia de San Carlos. Luego había subido las gradas que conducen al templo: iba sin duda á rezar por su protegido. Y don Marcos dijo esto con cierta emoción, como si la visita á la iglesia borrase todos los comentarios que llevaba oídos en los últimos días.
El dolor los mantenía como alejados de sus cuerpos, sordos a sus sensaciones, insensibles a toda impresión externa. Avanzaban lentamente, por una calle inmediata al paseo, las rojas linternas de un coche de alquiler. Llámalo dijo ella con resolución, incorporándose . Acabemos pronto; esto no puede durar más tiempo... Mejor que nos separemos aquí.
Eran unos empleados de comercio y algunas jóvenes, que montados en caballos de alquiler, se dirigían á Ville-d'Avray para ir después á París.
Palabra del Dia
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