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La tarde fría, las alamedas desiertas; llega don Juan, abarca con la vista aquella soledad y piensa: «¡Si viniese ahora mismoDespués anda un buen rato a paso largo para entrar en calor, hasta que aparece Cristeta seguida de la niñera, que trae al pequeñuelo en brazos.

Y he aquí que una hora después, en el momento en que salía de casa, llega el doctor Ayestarain, otro sujeto de quien he sido condiscípulo en el colegio nacional, y con quien tengo en suma la misma relación a lo lejos que con Funes. Y el hombre me habla de a, b y c, para concluir: Veamos, Durán: Vd. comprende de sobra que no he venido a verlo a esta hora para hablarle de pavadas; ¿no es cierto?

Los diálogos íntimos entre amantes mientras dura el primer período de la posesión, son exclusivamente amorosos: ella se despepita en juramentos, él se deshace en promesas, ella fantasea proyectos para lo futuro, él pone por las nubes su dicha y su agradecimiento... como si aquello no hubiese de acabar nunca; hasta que llega una época en que, sin prescindir de hablar y practicar amores, se habla también de otras cosas.

Todo llega por fin... Que tenga usted grandes éxitos, señor diputado. Y acercando a su boca el perfumado fruto, clavaba en la dorada carne sus dientes blancos y brillantes. Cerraba los ojos con delicia, como embriagada por la tibia dulzura del jugo. Crujían los gajos entre sus dientes, y el líquido de color de ámbar rezumaba, cayendo a gotas por la comisura de los labios carnosos y rojos.

En Petrópolis, cuya poblacion apénas llega á 200 habitantes, tiene un lindo palacio el emperador y allí pasa generalmente los meses de diciembre, enero y febrero, que son los de mas calor. Para los viajeros hay dos hoteles regulares, el de Oriente y el Ingles: hay algunos paseos y caballos de alquiler.

Ahí tiene Vd. mi pueblo, señor capitán, me dijo el cura. Me parece muy pintoresco, le contesté, a juzgar por la posición de las luces, y por el aire balsámico que nos llega y que revela que allí hay pequeños jardines. , señor; los hay muy bonitos.

Cuando un hombre llega a ocupar las cien trompetas de la fama con el ruido de sus hechos, la curiosidad o el espíritu de investigación van hasta rastrear la insignificante vida del niño, para anudarla a la biografía del héroe, y no pocas veces, entre fábulas inventadas por la adulación, se encuentran ya en germen en ella los rasgos característicos del personaje histórico.

Tal compañero de colegio nos profesa cariño hasta mil francos; tal camarada de placer llega a prestarnos cien luises; tal vecino compasivo representa un valor de mil escudos.

Ya ni gloria, ni amor, ni bien espero; y á tanto de mi suerte el odio alcanza, á tanto llega su castigo fiero... ¡que me deja vivir sin esperanza!

Dime, negra tristeza, ¿no me quieres dejar? ¡Qué desvarío! ¿Cómo apartarte intento del pensamiento mio, si contigo nació mi pensamiento? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Oh! ¡Qué amarga es la vida! ¡Luchar! Siempre luchar, y nunca llega el dia embriagador de la victoria.