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Los Portugueses, en todas las armazones que tienen establecidas en la costa del Brasil, salen en lanchas pequeñas al mar alto á hacer la pesca, y á remolque con las mismas lanchas conducen á tierra las ballenas para beneficiarlas.

Esta doctrina, añade, es la condenación del hombre y de su actividad, de su voluntad, de la fuerza íntima que constituye su vida. Condenando al hombre, los protestantes condenan el mundo: transfiguran la realidad y conducen á los abismos de la esclavitud trascendente.

No le faltaba más que el palo para parecerse a los que en vísperas de Navidad conducen por las calles las manadas de pavos. ¡Cómo se clareaba el despotismo hasta en sus menores movimientos! Doña Paca era la res humilde que va a donde la llevan, aunque sea al matadero; Juliana el pastor que guía y conduce.

Pañuelo a la cabeza, mantón bien recogido sobre los hombros, y a la calle... Salió con rapidez y determinación, como quien sabe a dónde va y obedece a uno de esos formidables impulsos en línea recta que conducen a toda acción terminante. Ni tiempo dio a que Dorotea pudiera detenerla, porque cuando esta la vio, ya estaba abriendo la puerta y salía como una saeta. Eran las nueve de la noche.

Estas personas se levantan cuando están más dormidas, y se conducen como sonámbulos en la mañana baldía, hasta que al cabo de unas horas han eliminado la saturación de sueño. Aquellas otras personas son de naturaleza muscular y robusta. Estas últimas, de naturaleza linfática y débil. Las primeras están dotadas para el éxito práctico: en la guerra, en la política, en los negocios.

Vámonos a Puerto Rico replicó Miquis, después de pagar el gasto . Vámonos despacito hacia la Castellana, para que te hartes de ver coches, aristócrata, sanguijuela del pueblo... Si digo que te he de cortar la cabeza... Pero será para comérmela». ¡Con qué inocente confianza y abandono iban los dos, en familiar pareja, por los senderos torcidos que conducen desde el camino de Aragón a Pajaritos!

Sin embargo, eres su hermano; intercede por junto a él, ruégale que me diga qué hay dentro. ¡Si vieras cuan intrigada estoy! ¿Te figuras que me lo dirá? Entonces tendremos que consolarnos juntos... Ven. Y, de un salto, transpone los tres peldaños que conducen al umbral de la puerta.

El desgraciado poeta, con el rostro contraído, echando miradas de socorro a todas partes, se dejaba sacudir como un hombre a quien conducen a la cárcel. Arbós, ¿no cree usted que he llevado mi venganza demasiado lejos? Para no destruir el efecto de la frase se marchó bruscamente. Todas las noches recorría dos o tres tertulias, donde se celebraban su gracia y sus ingeniosidades.

Todas esas combinaciones maravillosas conducen al jugador infaliblemente á la pérdida, con más ó menos rapidez, pero siempre con certeza... ¡Y qué fe la nuestra! La considero superior á la de los mártires de las religiones. Cuando uno cree poseer una combinación segura para ganar, resulta inútil disuadirle. Nada le puede convencer.

Se puede estar comprometido materialmente por malos negocios que conducen á la quiebra. Esto no tiene importancia para nosotros los americanos. El que cae, puede levantarse. Es el eterno movimiento de báscula del comercio y de la industria; la cuestión está en acabar en lo alto. Pero á lo que atribuímos una transcendencia enorme es á la integridad moral.