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El jefe, luego de agradecer y de pronunciar algunas respetuosas frases de circunstancias, hizo la misma reverencia que al entrar, y ambos se retiraron. Después, por largo rato, nadie habló. Raquel seguía sollozando, y Charito la contemplaba intrigada, sin comprender. Adriana estaba pensativa. La triunfante tranquilidad de su rostro había desaparecido.

Elena estaba asomada ya a uno de los balcones presenciando la llegada de la comitiva. ¿Con quién ha venido usted, Núñez? le preguntó desde arriba. ¡No sea usted indiscreta, Elena, no me obligue usted a ruborizarme! Bueno, si usted no me lo dice pronto lo averiguaré replicó ella un poco intrigada. No hay secreto ninguno, Elenita: ha venido conmigo dijo Barragán.

Sin embargo, eres su hermano; intercede por junto a él, ruégale que me diga qué hay dentro. ¡Si vieras cuan intrigada estoy! ¿Te figuras que me lo dirá? Entonces tendremos que consolarnos juntos... Ven. Y, de un salto, transpone los tres peldaños que conducen al umbral de la puerta.

Escribió una mañana a Juana, diciéndole que iría a verla, salvo contraorden, a las tres de la tarde, porque tenía que confiarle algo muy importante y agradable. Juana, algo intrigada con aquel misterio, la esperó a la hora indicada. Viola entrar en su gabinete con un sirviente portador de una de esas casillas de mimbre, adornada con cordones, franjas y borlas, que se usan ahora para los perros.

Empero, después de todo, la situación es bien molesta e intrigada para usted, el secreto del origen de la enorme fortuna de mi cliente le ha sido legado, y, ahora, se encuentra con que le ha sido robado de esta extraña manera. Pienso que sería mejor consultar a la policía, y explicar nuestras sospechas dije con amarga pena al ver que la bolsita de gamuza había caído en otras manos.

Las muchachas menores parecían un poco confusas; pero la mayor, Nastenka, que gustaba de leer novelas, estaba visiblemente intrigada e insistía en que Kotelnikov le explicase las verdaderas razones de su afición a las negras. ¿Por qué justamente las negras? preguntábale. Todos estaban contentos, y cuando Kotelnikov se fue, hablaron de él con afecto.